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La empresa Nanographics, relacionada con la Universidad Técnica de Viena, acaba de publicar una imagen real en 3D del SARS-CoV-2, el coronavirus responsable del covid-19.
En realidad no es una fotografía, ya que, debido a su pequeño tamaño, los virus no se ... pueden fotografiar. El tamaño de los viriones, las partículas libres del SARS-CoV-2, está entre los 50 y los 200 nanómetros de diámetro, y la longitud de onda de la luz visible está entre los 380 y los 780 nanómetros: las ondas son tan grandes que se saltan al virus, literalmente. Para poder obtener imágenes del mismo tenemos que recurrir al microscopio electrónico, que utiliza un haz de electrones, cuya longitud de onda es mucho más pequeña que la de la luz visible.
Esto puede resultar algo confuso, ya que casi todos hemos estudiado que los electrones son partículas con carga negativa que orbitan en torno a los núcleos de los átomos. Pero Luis de Broglie formuló la siguiente hipótesis en 1924: «Toda la materia presenta características tanto ondulatorias como corpusculares, comportándose de uno u otro modo dependiendo del experimento específico». Se ha comprobado experimentalmente la dualidad entre ondas y partículas a nivel cuántico, y los electrones son uno de los ejemplos que la ilustran.
La imagen que han presentado, un objeto esférico del que surgen las famosas espículas, nos resulta familiar porque hemos visto recreaciones modeladas en 3D. Sin embargo, Peter Mindek, director de tecnología de Nanographics, insiste en que se trata de una imagen real, y no de una recreación, y compara la manera de obtenerla con la imagen del agujero negro de 2019, que se consiguió utilizando algoritmos para reconstruir los datos aportados por varios telescopios, procedimiento similar al que se ha utilizado con el coronavirus.
Para obtener la imagen se usó la técnica de tomografía crioelectrónica. La muestra se congela rápidamente en condiciones que permiten su vitrificación, después de impregnarla en oro coloidal, y se va escaneando desde distintos ángulos usando un microscopio electrónico. Los datos obtenidos se transforman en imágenes tridimensionales usando algoritmos, y su límite de resolución está en torno a unos 2 nanómetros.
Según Mindek, es lo más cercano a mostrar la apariencia real del virus que se ha logrado hasta ahora; es imposible conseguir una imagen más detallada con la tecnología actual. La tomografía se realizó en la Universidad Tsinghua, y los datos obtenidos fueron segmentados luego por expertos de la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá. Nanographics se encargó del último paso, eliminar el ruido de la imagen original, renderizarla y asignarle propiedades ópticas y colores.
Dado que un virus es más pequeño que la longitud de onda de la luz visible, por definición, no tiene color. Los tonos rosas y azules usados en la imagen tienen el propósito de ayudar a representar mejor la forma y las distintas partes del virus, pero no se corresponden con la realidad.
Sí es importante haber conseguido definir, con un grado importante de detalle, la forma exacta del coronavirus. A la hora de crear estrategias para combatirlo, conocer la forma y disposición de las moléculas puede ser trascendental en el diseño de medicamentos y vacunas, ya que su funcionamiento se basa en la interacción entre moléculas.
Por eso Mindek quiere destacar que todas las imágenes que aparecían en los medios eran modelos, y lo que han conseguido, y presentado al público, es una imagen real en sus partes y proporciones del virus. La imagen del mal.
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