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¿Ustedes qué van a comer hoy? Yo, caricos. Me apetecen un montón. Me dieron envidia nuestros presidentes el pasado miércoles, así que como ... ellos no me invitan, me he autoinvitado. ¿En un restaurante? No, mi plan es mucho mejor. En una casa, una casa que me es muy familiar. Mi paladar ya está preparado. Ya los estoy viendo ahí, en la cocina de leña, a fuego lento, desde las ocho de la mañana, poco a poco. Nada de ollas rápidas. ¿Anchoas de aperitivo? Sin problema, habrá anchoas. ¿Tomates? Lo que sobran en esa casa, a la que voy habitualmente, en esta época son tomates de la huerta. ¿Vino? Un buen vino, también de la tierruca, por supuesto. Y ya. Como mucho, algo de postre. Ya que estamos, un trocito de quesada. No hace falta nada más. Porque ustedes saben, si han comido alguna vez caricos, que pueden provocar algunos efectos secundarios en nuestro aparato digestivo. Pueden darnos algún 'problemilla' por la tarde. Nada grave, pero no muy 'agradable'. ¿Saben de lo que hablo, no? Por cierto, me pregunto qué tal les sentaron al presidente. Al de España, que el de Cantabria seguro que está más acostumbrado a comerlos ¿Se acordaría de los caricos de Revilla ya en la Moncloa?
Y mientras comemos y, después, en la sobremesa, repasaremos la actualidad como lo hicieron ellos, con una gran diferencia. En esta mesa no habrá promesas, pero estoy convencido de que también aparecerá la palabra maldita, esa que nadie quiere utilizar: recortes. De hecho, intentaremos descifrar cuál es la fórmula que le ha prometido Sánchez a Revilla para «no asfixiar» a Cantabria con los recortes por falta de Presupuesto en Madrid. Debe ser una fórmula milagrosa, algo sin precedentes, así que estamos ansiosos de conocerla.
Y mientras nos hace la digestión de los caricos –esperemos que sea tranquila– seguro que en nuestra mesa también habrá debate sobre la 'broma' de las (si nadie lo remedia) nuevas elecciones. Y ahí ya nos acabaremos de encender. Así que será necesario, al menos, algo para pasar el trago. ¿Orujo? Pues orujo. Todo muy cántabro, por supuesto. Y sin recortes.
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Ana del Castillo
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