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En esta vida, hay una verdad ineludible: para llegar a nuestro destino, no solo importa el camino que tomamos, sino también desde dónde partimos. El PIB de Cantabria representa una pequeña fracción del PIB nacional y esta porción ha disminuido constantemente desde la crisis económica. ... Actualmente, estamos en el 113% del PIB nacional, lo que refleja una menor resiliencia de nuestra economía. Cantabria sufrió más durante la crisis y ahora muestra un menor dinamismo en su recuperación. Es crucial interpretar estos datos y colocar a las personas en el centro de nuestras decisiones. A pesar de numerosos planes estratégicos y estudios, siempre llegamos a la misma conclusión: el futuro socioeconómico de nuestra región dependerá de decisiones políticas. Nuestro destino debe ser un desarrollo sostenible que no solo sea económico y financiero, sino también medioambiental e inclusivo, reduciendo así las desigualdades socioeconómicas.
Los ciudadanos nos piden que actuemos, priorizando su bienestar futuro. Esto implica especializar industrialmente la región. Debemos reforzar sectores industriales como el químico, metalúrgico, agroindustrial y logístico. Además, es necesario potenciar el turismo, la sanidad, la educación y las nuevas tecnologías en las esferas biosanitaria y energética. Debemos aprovechar el alto nivel de capital humano de Cantabria, evitando la fuga de cerebros y el desaprovechamiento por sobrecualificación.
Es fundamental mejorar las conexiones portuarias y aéreas, así como las infraestructuras de transporte terrestre, especialmente el ferrocarril. Debemos maximizar el uso de los centros tecnológicos existentes, que ofrecen muchas oportunidades de desarrollo futuro. Apostar decididamente por la inversión en I+D+i, sin olvidar que las personas deben estar en el centro de estas decisiones. Es vital fomentar la internacionalización de las empresas cántabras, pero también explotar las oportunidades de la economía de los recursos naturales, una ventaja para nuestra región vinculada al sector rural y primario. Esto permitirá convertir a Cantabria en pionera en sectores relacionados con la economía del ocio y la tercera edad.
En este sentido, la industria turística debe ser uno de los pilares de nuestra estrategia. Cantabria cuenta con un patrimonio natural y cultural envidiable que debe ser explotado de manera sostenible para atraer un turismo de calidad. Además, la economía de la tercera edad presenta una gran oportunidad debido al envejecimiento de la población. Crear servicios y productos específicamente dirigidos a este segmento puede generar un impacto económico positivo.
No debemos olvidar la necesidad de proporcionar a las empresas instrumentos financieros y no financieros para alcanzar nuestros objetivos estratégicos de desarrollo. La política presupuestaria regional por sí sola no puede lograr esto debido a las exigencias de Bruselas. Es crucial convertir el ICAF en un verdadero banco de desarrollo regional, como ya sugería la UC en uno de sus estudios. Este banco sería esencial para financiar el desarrollo de Cantabria, dado que las restricciones de crédito de la banca privada, especialmente para proyectos a largo plazo y de alto riesgo, podrían frenar nuestro avance.
Además, es vital crear redes de inversores que actúen como intermediarios, conectando el talento con los flujos de inversión. Esto debe hacerse desde una perspectiva de colaboración público-privada, alineando las iniciativas públicas con las privadas. En definitiva, debemos construir un ecosistema potente, sólido, cohesionado y coordinado, superando la atomización de ecosistemas en nuestra región. En este sentido, las alianzas estratégicas con otras regiones y países pueden ser un catalizador importante. La cooperación internacional puede abrir nuevas puertas para nuestras empresas y proporcionar acceso a mercados más amplios y diversos. Además, aprender de las mejores prácticas de otras regiones que han logrado superar retos similares puede proporcionar un camino claro hacia el éxito. Es el momento de actuar con decisión y valentía. Cantabria necesita una estrategia clara y bien coordinada para aprovechar sus fortalezas y abordar sus debilidades. Solo así podremos asegurar un futuro próspero y sostenible para nuestra comunidad, donde el bienestar de las personas esté siempre en el centro de nuestras políticas y acciones.
Esta es una llamada a todos los actores de nuestra región: trabajemos juntos, coordinadamente, para construir el Cantabria del futuro. La acción es la clave, y el momento es ahora. Es nuestra responsabilidad, como líderes y ciudadanos comprometidos, transformar esta visión en realidad. No podemos permitirnos esperar más. El futuro de Cantabria está en nuestras manos y depende de las decisiones que tomemos hoy.
La combinación de una economía diversificada, una inversión estratégica en tecnología e innovación, y una infraestructura robusta nos permitirá superar los desafíos y convertir a Cantabria en una región líder. Debemos dejar de lado las viejas rencillas y trabajar unidos por un objetivo común. El momento de la acción ha llegado, y debemos estar a la altura de las circunstancias para asegurar un futuro brillante para todos.
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