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Hace poco leía en un artículo lo siguiente: la economía española y la cántabra han padecido dos crisis seguidas en las que ha cambiado el peso de los diferentes sectores de actividad y los servicios han ido creciendo en detrimento de los otros sectores. Los ... medios nos lo señalan día sí, día también. La industria ha seguido perdiendo peso y según los últimos datos publicados por el Icane, el sector industrial ha decrecido un 2,4%, arrastrando la media autonómica. Es la industria la que lastra el crecimiento en Cantabria, resalta el Icane.
Mientras la construcción, el sector servicios, comercio, transporte, IT y la Administración crecen, la industria encabeza el desplome sectorial en la comunidad. Un sector, el industrial, que siempre se ha asociado al bienestar social de Cantabria, pero creo que hay una parte que, a mi juicio, se les olvida siempre explicar y es por qué se fija ese porcentaje como objetivo y cómo hoy en día no puede ser el único indicador que determine el objetivo óptimo de bienestar.
Si bien el informe de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) refleja cómo el proceso de industrialización está directa y cuantificablemente relacionado con una mejor calidad de vida, algo que no nos sorprende. Sabemos casi intuitivamente que quienes viven en los países ricos e industrializados disfrutan de un nivel de vida más alto y una mejor calidad de vida como resultado de un mayor nivel educativo, una atención sanitaria más avanzada, mejor cobertura de seguridad social, mejor red de transporte y acceso a las nuevas tecnologías.
Pero determinar cómo deben medirse esos indicadores es, en sí mismo, una ciencia inexacta y por ello hay que señalar que los economistas han comenzado a mirar más allá del PIB como un barómetro de la salud económica, y están teniendo en cuenta cada vez más las medidas de bienestar. Estas incluyen los marcos proporcionados por el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Índice del Planeta Feliz, el Informe sobre la Felicidad en el Mundo y el Índice de una Vida Mejor de la OCDE. Pero aún no hay consenso sobre lo que debería incluirse en el cálculo del bienestar y muchos de los indicadores siguen siendo más subjetivos que empíricos.
De la evaluación de una amplia variedad de indicadores se desprende claramente que los beneficios de un sector industrial próspero van mucho más allá de las meras tasas de crecimiento de los países en desarrollo. Sin un mayor desarrollo industrial esos beneficios seguirán siendo difíciles de alcanzar para millones de personas.
La industrialización desempeña un papel fundamental en el desarrollo humano. Su impacto en el cambio tecnológico y la innovación impulsa las aptitudes y el aprendizaje, permitiendo la creación de bienes esenciales y promoviendo el cambio social.
El empleo determina el bienestar. Cuando la productividad laboral aumenta, los empleadores están más capacitados para proporcionar trabajos más cualificados y mejor pagados, lo que conduce a una mayor seguridad y protección social para los trabajadores.
Además, se sabe que la mejora en el nivel salarial y en el empleo pueden reducir la pobreza y mejorar las condiciones de vida mientras impulsan el crecimiento económico.
En la educación, que es fundamental para fomentar la creatividad y el espíritu empresarial necesarios para el desarrollo económico sostenible, los vínculos también son claros. Mientras los países se industrializan, aumenta la demanda de personal cualificado, lo que alienta a más personas a tomar y recibir la educación necesaria para obtener empleos mejor remunerados. Al mismo tiempo, a medida que mejora el rendimiento del sector industrial, aumentan los ingresos, se pagan más impuestos y se puede invertir más dinero en la educación.
En consecuencia, hay que tener claro lo que podría lograrse impulsando un desarrollo industrial inclusivo y sostenible. Pero también debe tenerse presente lo que está en juego en un mundo que sigue lidiando con la agitación económica y social si la industrialización se estanca. Afortunadamente en nuestra comunidad creo que lo tenemos claro y no podemos soslayar que el bienestar social ya no sólo se alcanza con un porcentaje concreto del PIB sino con medidas más extensas».
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