221 millones de euros

Sin embargo, a medida que la noche electoral progresaba, el recuento de votos en nada favorecía la idea de estabilidad que se perseguía con esta convocatoria. Los dos partidos mayoritarios se mantienen en un pañuelo, como en un sprint del Tour, sin que ninguna fuerza acredite la victoria holgada de un bloque sobre el otro, lo que hace presumir una reñida llegada a meta que da al traste con el resultado presagiado por la mayoría de los sondeos de opinión, que mayoritariamente inclinaban sus pronósticos hacia un PP al que veían claramente ganador.

En cualquiera de los supuestos, a salvo una repetición electoral, la paulatina variación de los números de cada partido a medida que avanzaba el recuento de votos nos ofrecía una imagen de victoria pírrica del partido mayoritario sobre el segundo en liza, a lo que se añade una pedrea que se reparten los minoritarios que hace presagiar una legislatura convulsa en la que los partidos pequeños van a vender muy caro sus apoyos.

Como conclusión, si se tratara de resumir en una frase lo que ha ocurrido, en relación con la situación precedente, podríamos decir, sencillamente, que el panorama político se presenta peor. Y todo, por un módico precio de 221 millones de euros.