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Para sus irreductibles fanáticos, lo de Cuba ha representado siempre el lado colorido del comunismo; una reserva de sol y manga corta frente al gris escaparate soviético. Cuba es la posibilidad de la utopía en español, la Sierra Maestra y aquella Nueva Trova que ... hacía canción protesta desde la oficialidad del poder. Hace falta valor.
La isla es Fidel y la simpatía natural por el dictador propio, eterno barbudo y gigante, como un Papá Noel del tercermundismo. Cuba fue, a partir de 1959, la referencia para la intelectualidad que criticaba el capitalismo mientras se beneficiaba del aire fresco. Fue la sustituta de las querencias eslavas, cuando la URSS se hizo antipática y China aún era la muerte por hambre.
Una experiencia de socialismo a la americana, en un territorio solitario y manejable, auguraba frutos buenos. Durante todos estos años de dictadura con inmejorable prensa, muchos turistas ideológicos han vuelto de la isla caribeña felices al no haberse encontrado carteles publicitarios que agobiaran su sensibilidad con anuncios de perfumes o de automóviles. Esta desnudez del paisaje la vinculaban con la vocación de un pueblo orgulloso, ajeno a los envites del mercado voraz.
Cabría matizar, por supuesto, que, hasta donde sabemos, carteles, haberlos, los hay; otra cosa es que no promocionen a las grandes empresas. En el espacio en blanco, únicamente aprovechado por los que mandan, se exhibe el rostro del mártir Guevara y se reproducen lemas cansinos como 'Hasta la victoria siempre' o 'Patria o muerte, venceremos', todos ellos tan repetidos como aquel otro de nuestra infancia: 'a mi plin, yo duermo en Pikolín'.
Tras el escarnio público al que fue sometido en 2012 Ángel Carromero, ciudadano español y miembro del Partido Popular, por Pablo Iglesias y su tropa de tertulianos con causa -con Oswaldo Payá la oposición perdió un referente indiscutible-, y después de tanta demagogia imperdonable, aquí estamos. Podemos forma parte del Gobierno de España y sus ministros -ay, Yolanda Díaz- nos explican que a Cuba no puede llamársela dictadura porque los estándares sobre qué es una democracia los marca la ONU. Este es el mejor de los discursos posibles. Para otros mandatarios, un sistema político basado en la prohibición de todos los partidos, excepto uno, es un modelo.
Curiosa prudencia viniendo de un mundo que se desvive por encender alarmas antifascistas en cada debate público. Eso sí, tampoco podemos exigir nada de los más cafeteros cuando los medios generalistas se han pasado la vida hablando de 'régimen' y de 'líderes' para referirse a los dos hermanos Castro. Ustedes ya saben que dictadores, lo que se dice dictadores fetén, sólo fueron Franco, Videla y Pinochet. Y que ya están todos muertos.
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