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Hacer la compra, llenar el depósito de gasolina o el precio de un café nos indican muy bien cómo está la realidad de nuestra economía. No son el origen de la crisis, sino los síntomas de algo que se ha hecho mal. Por eso, ... el intento de parchear los efectos con topes a los precios, con limitaciones y regulaciones no consigue más que remedios de corto plazo, que demuestran su ineficacia al poco tiempo.
Es algo sencillo de explicar. En vez de impulsar una transformación digital, en vez de alentar a los emprendedores o facilitar la actividad comercial, tanto el Gobierno nacional como el de Cantabria se han empeñado en las regulaciones y la campaña de imagen. Han construido una casa de cartón en los Valles Pasiegos y ahora tratan de tapar las goteras y las humedades con cubos de agua. Y la solución no va por ahí. Han pintado la casa de cartón, o los faros, de muchos colores. La han hecho inclusiva, socialmente responsable y biodegradable, con perspectiva de género y transversal... pero se deshace con la lluvia. Y es que en Cantabria, y especialmente en las Comunidades gobernadas por populistas, no ha habido un plan de futuro, no se ha apostado de forma clara por potenciar el tejido industrial, ni la transformación digital y ahora estamos pagando las consecuencias.
Soy optimista, pero sería engañoso prometer soluciones mágicas a corto plazo. Cantabria no va a cambiar porque venga una gran empresa de fuera, ni porque Sánchez nos prometa fondos de la Unión Europea. Cantabria va a cambiar si realmente se apuesta por los de dentro, por quienes de verdad quieren esta tierra y se empeñan en trabajar aquí.
La realidad es que la visión social-populista sobre los autónomos, empresarios y emprendedores es siempre la misma; vamos a ver cuánto les sacamos a estos ricos, es el lema. Y la consecuencia es que las grandes fortunas se marchan a invertir a otra parte y los pequeños empresarios, los autónomos que tienen un pequeño comercio o un restaurante son quienes pagan el pato de unos impuestos excesivos. Me comentaba el otro día el propietario de un restaurante que le encantaría pagar el doble a sus camareros, de los que varios son familiares. Y me pedía que alguien le explicara cómo hacerlo cuando los precios de la materia prima se duplican, la factura de la luz está por las nubes y la gasolina de la furgoneta es un lujo. Ya pueden fijar los sueldos mínimos, poner topes a la luz o al gas, que el problema no se resuelve con parches.
Siempre digo que los políticos no creamos empleo. Quien lo diga está mintiendo. Nuestro deber es facilitarles la vida a los emprendedores y a los autónomos, y defender una red social básica que ayude a los más vulnerables. Un equilibrio en el que se debe respetar especialmente la libertad. Un concepto que demasiados dirigentes regionalistas y socialistas no terminan de entender. Eso sí, qué bonitos los colores de la casa de cartón en los Valles Pasiegos.
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