Casa de citas

Impuesto sin fundamento legal alguno el despótico recurso a la cita previa, no hay dependencia administrativa a la que pueda llegarse el ciudadano sin que le echen los perros. Que, en términos metafóricos, viene a ser el can Cerbero del Hades; en su moderna versión de Guardia Jurado o Agente de Seguridad.

Hoy en día, presentarse en un organismo oficial sin cita previa es perder el tiempo. Sin cita previa no hay modo de acceder a servicio público alguno. Salvo en ambulancia y por URGENCIAS. Un suponer: en Valdecilla.

Un servicio público que no da servicio público no es un servicio público. Es un fraude al contribuyente que lo mantiene con el pago regular de sus impuestos. Mas al guarda le ordenan que a quien aparezca sin cita previa le dé con la puerta en las narices y el cancerbero cumple al pie de la letra. Da igual la institución pública que sea y de no importa qué naturaleza. Toda la Administración pública española se agarra al mismo enlucido: la cita previa. Que protege a los de dentro de los de fuera.

Los de dentro, probos funcionarios, salen cuando les apetece, van a la verdulería y se compran unas uvas o a la cafetería y se toman un café sin necesidad de cita previa. A los dependientes, en cambio, no les es dado entrar sin cita previa en la casa de citas de la Administración Pública Española, guardada con siete llaves como el sepulcro del Cid.

Obrando a la inversa, se restablecería el equilibrio: impidiendo el pueblo soberano, los de fuera, a los de dentro salir sin cita previa. ¡Y santas pascuas!