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La historia ha demostrado que la propagación de las lenguas ha estado ligada a la expansión política promovida por intereses económicos, culturales, estratégicos... El castellano es un ejemplo, considerado como la lengua oficial de España al finalizar la Reconquista, siguió la máxima de Antonio ... de Nebrija «la lengua es compañera del imperio» y se propagó por América y Europa para erigirse en la lengua de la diplomacia europea, de la administración, del comercio, de la cultura, del prestigio social, que conservó hasta convertirse actualmente en la segunda lengua materna más hablada en el mundo. Sin embargo, el expansionismo lingüístico de los grandes imperios sufrió una fuerte oposición en el siglo XIX, impulsado por postulados románticos a favor de la independencia de los pueblos, surgió el concepto lengua-nación que reivindicaba como rasgo característico de una nación la existencia de una única lengua, preferentemente la vernácula. Aunque obtuvo una apasionada acogida, fracasó pronto en los países americanos recién independizados que se vieron obligados a adoptar el castellano/español como lengua común para poder comunicarse en los intercambios comerciales y culturales, pero las lenguas autóctonas no desaparecieron.
Por otro lado, el concepto lengua-nación no tiene cabida en el mundo global y multicultural de estos tiempos, aunque hay algunos países con una única lengua oficial como Francia, son cientos los que poseen más de una (Canadá e Irlanda, dos; Suiza, Bélgica y Luxemburgo, tres, y así hasta Bolivia, treintaiséis), porque el multilingüismo es un valor incompatible con el totalitarismo que representa la lengua-nación
A pesar de ello, independentistas catalanes, secundados fielmente por correligionarios baleares y valencianos en sus comunidades, exigen que el catalán sea la única lengua en Cataluña, no aceptan la cooficialidad del castellano y catalán que establecen la Constitución española y la Ley de Política Lingüística del catalán, que en su artículo 3 dice:«El catalán es la lengua oficial de Cataluña, así como lo es también el castellano. El catalán y el castellano, como lenguas oficiales, pueden ser utilizadas indistintamente por los ciudadanos y ciudadanas en todas las actividades públicas y privadas sin discriminación. Los actos jurídicos realizados en cualquiera de las dos lenguas oficiales tienen, por lo que se refiere a la lengua, plena validez y eficacia». Y en su afán por imponer la exclusividad del catalán han sustituido los topónimos Gerona, Lérida y Cataluña por Girona, Lleida y Catalunya (-ny- no es grafía castellana); han suprimido los nombres castellano/españoles de las calles y plazas de pueblos y ciudades, de las vías de comunicación, de los rótulos de todos los edificios administrativos y, bajo amenaza de sanción, obligan a los comerciantes a eliminarlo de los anuncios de sus establecimientos; la Administración emplea solo el catalán para relacionarse con los ciudadanos y lo impone como única lengua vehicular en la enseñanza, además se exige en los medios de comunicación y en las relaciones personales. Así, erradicando cualquier vestigio del castellano/español de la geografía y sociedad catalanas, catalanizan una parte de España con la pretensión de demostrar que Cataluña es otro país. Con el mismo objetivo se constata la introducción permanente de términos catalanes en medios de comunicación españoles, especialmente en TVE. Nombres de instituciones y cargos políticos como Govern, Parlament, conselleria, conseller, senyera, estelada, Mossos d'Esquadra, proces, ajuntament, Palau de la Generalitat, Estatut, Executiu, Govern de la República, Consell per la República, Major, así como Departament de Salut, Clínic, Vall d'Hebron, San Joan de Déu, Foment del Treball, Institut d'Estudis Catalans, Barça (la ç no es grafía castellana), Volta a Catalunya y muchos más... se deben escribir en castellano/español por coherencia y corrección lingüísticas utilizando sus términos análogos: Gobierno catalán, Parlamento catalán, consejería, consejero, señera, estrellada, Mozos de Escuadra, proceso independentista o 'proces', ayuntamiento, Palacio de la Generalidad...
Quienes promueven la 'catalanización lingüística de España' son independentistas radicales cargados con pesadas mochilas abarrotadas de hispanofobia que utilizan la lengua como arma política para resarcir la represión que padeció el catalán sin reconocer que están cometiendo idéntico agravio, pero no cejan en su empeño. La exclusión del castellano/español, además de vulnerar el marco legal en el que se sustenta nuestro estado de derecho, está provocando una alarmante discriminación en la sociedad catalana. En ello, el Gobierno catalán tiene una incuestionable responsabilidad por alentar y amparar la aniquilación de la lengua oficial de España en vez de asumir que, como gobierno de todos los catalanes, ambas son cooficiales en Cataluña.
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