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Cierto día del siglo XXI, con las guerras de la antigua Yugoslavia a más de un decenio de distancia, le pregunté a mi amigo bosnio, Ivo:
-¿Volverá a haber guerra en los Balcanes?
-La cuestión no es si volverá a haberla, sino cuándo, ... me respondió.
España conoció contiendas civiles en los dos siglos anteriores. Está en nuestras manos que no se siembre la semilla diabólica de la siguiente. Que no se cumpla la profecía balcánica.
Después de la Segunda Guerra Mundial, y tras los horrores de los regímenes totalitarios, se generaliza la idea de limitar el riesgo de adoctrinamiento por parte de los poderes públicos.
La mayoría de los tratados internacionales, seis concretamente, reconocen la libertad de los padres de escoger para sus hijos escuelas distintas de las creadas por los poderes públicos, así como el derecho a que sus hijos reciban la educación religiosa o moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
La mal llamada Ley Celaá, ley extrema que rompe el pacto constitucional, elimina el castellano como lengua vehicular en la enseñanza y es un nuevo golpe de la empresa de demolición de España que comenzó Zapatero y continúa ahora Sánchez. En versión corregida, aumentada y degenerada. Y es mal llamada porque la ministra no es más que una marioneta del a su vez presidente del desgobierno de la nación, al que manejan a su antojo separatistas y terroristas; totalitarios y jaleadores de los del tiro en la nuca, el secuestro y la extorsión. Creo que Sánchez venderá su alma al diablo para mantenerse en el poder, cuan Alcibíades. En plena guerra del Peloponeso, el susodicho empezó en el bando ateniense, se pasó luego a los espartanos y terminó dándose un garbeo por Persia para ponerse al servicio del Gran Rey. El historiador Tucídides le caló bien: «... estaba deseoso de ejercer el mando, del que esperaba poder conquistar Sicilia y Cartago, y que al tener éxito en estas empresas conseguiría ventajas personales, tanto en dinero como en reputación».
La Lomloe es un proyecto que carece del diálogo y el consenso solicitado por el conjunto de la sociedad y que no da respuesta a los desafíos que tendrán que afrontar las nuevas generaciones, basados en la innovación y en la modernización. Vulnera los acuerdos, principios, libertades y valores que refleja nuestra Constitución, entre los que se encuentra el derecho a una educación de calidad, en libertad y con equidad.
Arrinconar el castellano en las aulas es sólo uno, aunque quizás el más grave, de los numerosos despropósitos de la Lomloe. No se puede renunciar a la existencia, calidad y gratuidad de la educación especial en los centros sostenidos con fondos públicos. No se puede excluir la libertad de elección de los centros de educación concertada. No se puede orillar a los padres en la elección de centro al que quieren mandar a sus hij@s así como una educación basada en la religión cristiana, cuyo mandato principal es «amaros los unos a los otros».
En ERC están muy contentos, pues afirman que se ha blindado «la ley catalana de educación, que dice muy claro que el catalán es la única lengua vehicular».
Los populares apostamos por una ley educativa que garantice la libertad de elección de las familias, la capacidad y el mérito de los estudiantes, el fortalecimiento de la profesión docente y la atención especial preferente a los alumnos con necesidades educativas específicas. Lucharemos por el castellano, una EVAU pública igual en toda España y la gratuidad de la enseñanza para niños de 0 a 3 años.
Sigan ustedes fomentando el odio a España; sigan empobreciendo el ya mínimo nivel de los alumnos; sigan dividiendo para que venza, ¿quién?; sigan lavando el cerebro de niños y adolescentes que son el futuro de nuestra nación.
El estratego ateniense Nicias, principal opositor de Alcibíades, dijo en la Asamblea que lo propio de un buen magistrado es prestar los mejores servicios a su patria, o al menos, procurar no perjudicarla voluntariamente. Ni lo uno, ni lo otro, señor Sánchez. Quizás lo que pretende con su proyecto educativo es crear tal grado de confusión que la historiografía, en el futuro, le eleve a usted a la condición de Gran Líder. Pero no se equivoque. La Historia le contempla. Y le juzgará como lo que es: un político carente de escrúpulos capaz de vender a su propia patria por un minuto de gloria y una vida regalada.
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