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Uno debe alegrarse siempre de que ganen 'los buenos' y en esta historia está claro quién es 'el malo'; pero la celebración de las victorias provisionales solo dura cuánto duren estas.
Decía Don Quijote con mucha razón «que las cosas de la guerra más que ... otras están sujetas a continua mudanza» (capítulo VIII).
Lo cierto es que en esta guerra las cosas han ido mudando malamente para Rusia. No consiguieron en Kiev la impetuosa victoria que habían planeado al principio y, tras dos meses de asedio, se vieron forzados a una humillante retirada. La ofensiva en el Dombás ha tenido un precio en vidas muy elevado, de los 200.000 soldados rusos que se estima han participado, las bajas entre muertos y heridos han podido llegar a 80.000. A pesar de lo cual Putin no se ha atrevido a establecer una movilización general, mientras Ucrania ha reclutado a toda la población adulta con el resultado de tener más soldados en el campo de batalla que Rusia. El suministro de armas y municiones a Ucrania, por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, ha ido creciendo a medida que los soldados ucranianos han crecido en número y entrenamiento. En este momento han igualado a los rusos, si es que no los han superado, tanto en número como en equipamiento.
La situación actual, sin embargo, es que ambos contendientes todavía están convencidos de que pueden lograr una posición más ventajosa en los diversos frentes. Mientras esto sea así, no está claro que se den las circunstancias apropiadas para sentar a las partes en una mesa de negociación capaz de llegar no ya a la paz sino a un armisticio. En este momento, militarmente, Ucrania ha puesto a Rusia a la defensiva; al hacerlo, el riesgo de sobreextensión en que ha incurrido Rusia ahora lo sufre Ucrania. Por otra parte, una Rusia a la defensiva puede endurecer la represión en los territorios ocupados a unos extremos de los que ya hemos tenido evidencia. Un número significativo de los antaño rusófilos hoy se han convencido de que el futuro, en una Ucrania independiente y apoyada por EE UU y la UE, pinta mucho más prometedor que en un Estado satélite de la Magna Rusia putinesca. Las cosas así, los rusos pueden asegurarse la ocupación permanente de estos territorios como ya hicieron en Chechenia: asesinatos, torturas, deportaciones... No hay que olvidar que una quinta parte de Ucrania sigue siendo territorio ocupado.
El dilema de 'los nuestros' está claro. Una victoria rusa en Ucrania abriría la puerta a nuevas aventuras expansionistas del Kremlin (bajo su punto de vista, de reconquista). De seguro Moldavia, pero incluso Estonia, Letonia y Lituania podrían entrar en sus cálculos. Así pues, se han disparado todas las alarmas en un Occidente muy apresurado a apoyar la resistencia de Ucrania como causa propia. Por otra parte, si Rusia resulta derrotada la espada de Damocles que ahora pende sobre Europa sería enfundada. Ello supondría también un cambio en el panorama global de guerra fría que hoy presenciamos, pues China sacaría las lógicas conclusiones sobre el valor de su 'amistad sin límites' con el vencido. Es significativo que Xi, Modi (India) y Erdogan se hayan desmarcado oficialmente de la aventura de Putin y defiendan la integridad territorial de cada país. Ello va a forzar a Putin a adoptar una posición más moderada respecto a sus pretensiones y avenirse a algún tipo de arreglo más razonable.
Visto que solo Kim Jong-un (¡Y Trump al principio del conflicto!) aplaude sus pretensiones y se dice dispuesto a intervenir... Con amigos como estos ¿quién necesita enemigos?
La gran incógnita es qué ocurriría si Rusia sufre una derrota humillante; por ejemplo, la pérdida de Crimea que con tanta alharaca fue celebrada en 2014. Una posibilidad es que Putin rehuse reconocer la derrota y recurra a una escalada suicida, convocando la movilización general a la que hasta ahora se ha resistido por temor a la reacción negativa de la sociedad rusa; la cual apoya la guerra en un 80%. Un problema adicional que tendría Putin es que el entrenamiento y equipamiento de los nuevos conscriptos tomaría tantas semanas como para que la derrota final llegase antes que los refuerzos.
Lo cual nos remite a una posibilidad que tanto EE UU como la UE han tenido exquisito cuidado en soslayar: evitar que Rusia recurra al uso de armas nucleares tácticas. Rusia ha insinuado que si no tiene otro remedio haría uso de ellas. Es más, prácticamente todos los ejercicios militares que se han llevado a cabo por parte de Rusia han incluido el uso de tales armas. Si esto llegara a ocurrir la intervención directa de la OTAN sería poco menos que inevitable. Sin llegar tan lejos, una Rusia derrotada no desaparecería del mapa y seguiría teniendo un gran arsenal de bombas nucleares... Y de agravios. Como dice Don Quijote...
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