Secciones
Servicios
Destacamos
Una treintena de representantes cántabros en la convención valenciana: el aparato partidario, los cargos institucionales, el oficialismo de María José Sáenz de Buruaga ... con algunas bajas sensibles, los críticos de Diego Movellán, la alcaldesa Gema Igual por libre, los mediopensionistas que de momento se lo piensan y hasta algún curioso sin rango orgánico. Apenas se juntaron para la foto de grupo de rigor, y el resto del tiempo, cada mochuelo a su olivo. O sea, la necesaria unidad para cerrar las heridas abiertas en 2017 en un congreso de integración y afrontar con cierto optimismo las elecciones de 2023 es al día de hoy una quimera.
Vuelven los populares cántabros con distintos grados de entusiasmo de la convención itinerante clausurada en Valencia a mayor gloria de Pablo Casado, con su discurso optimista y su estrategia ambiciosa: hacerse con el centro que deja vacante el agonizante Ciudadanos, captar a los votantes socialdemócratas desengañados del PSOE y además no desairar más de la cuenta a Vox por si hace falta en su momento para desalojar a Pedro Sánchez del poder. También quedó un poco en el aire la fuerza de su liderazgo: los bienintencionados sostienen que la 'estrella' Isabel Díaz Ayuso confortó la autoridad de Casado y los maliciosos opinan que más bien le perdonó la vida.
También las sensaciones son diversas respecto al futuro del partido en Cantabria. Los críticos ven, o quieren ver, un aire tristón de fin de ciclo en las tropas que comanda al día de hoy Sáenz de Buruaga. Bueno, si en Génova le han buscado las vueltas a Díaz Ayuso en Madrid, a Fernández Mañueco en Castilla y León y a Moreno Bonilla en Andalucía, que están en el poder y con buenas perspectivas, no tendría nada de particular que también hayan pensado en un relevo en Cantabria, con el partido en la oposición y lejos de la potencia que tuvo en otros tiempos, y ofrecerle una salida airosa a Sáenz de Buruaga. Ahí puede estar la clave. ¿Pero lo aceptaría el entorno de la presidenta que quedaría a la intemperie?
Todo es negociable en la política, incluso para llegar a un congreso de unidad en el primer trimestre de 2022, pero también es posible que las posiciones se mantengan irreconciliables y haya que afrontar una pugna apretada y convulsa como la que hace cuatro años y medio terminó con Buruaga a los mandos del partido. Los disidentes creen contar con el apoyo de Madrid para forzar el relevo, pero se saben inferiores en el reparto de fuerzas en Cantabria. Lo ideal para ellos sería una alianza con la alcaldesa de Santander, Gema Igual, que es la 'Ayuso' de Cantabria en el PP, puede que hasta más influyente, pues está al frente de la única institución importante en manos del PP, el Ayuntamiento de la capital, e incluso ha adoptado alguna de sus estrategias como, por ejemplo, dar la batalla política en la calle y a veces relegar el rifirrafe con la oposición municipal para subir de escalón y confrontar con el Gobierno de Cantabria y hasta con Pedro Sánchez, desde su cargo directivo en la Federación de Municipios y Provincias. Igual será, llegado el momento, una pieza clave para el futuro orgánico y electoral del PP cántabro, pero mientras pueda prefiere mantenerse alejada del conflictivo debate interno que sólo le puede reportar desgaste político, a la espera de que en Cantabria y/o en Madrid se tomen decisiones.
En la cúpula del PP se hacen fuertes con los datos de apoyo orgánico: la gran mayoría de los alcaldes y de la estructura municipal y de la militancia están con el oficialismo, como se comprobó en el fallido proceso de renovación de las juntas locales. En resumidas cuentas, opinan, nadie puede ganarle a Sáenz de Buruaga un congreso regional a votos. No importa quién esté en el otro bando.
Otra cosa, reconocen, es negar la capacidad de presión de Génova para mover resortes, forzar cambios y cortar cabezas, para nombrar los candidatos en las autonomías y en las demás instituciones importantes. Para el oficialismo, Sáenz de Buruaga se merece competir en los próximos comicios autonómicos con el apoyo del partido, sin la estocada previa que recibió de Pablo Casado y su equipo en 2019, cuanto tuvo que recoger el estandarte tirado en el suelo de mala manera tras penosa secuencia de la nominación y renuncia de Ruth Beitia como candidata autonómica. Las encuestas son prometedoras, pero si no sale bien, Buruaga inmediatamente daría un paso hacia el costado para que otra persona asuma el liderazgo del PP. Sin ir más lejos, Gema Igual.
Los críticos, por el contrario, creen que el de Buruaga es un cartel electoral perdedor y que toda la aspiración de ella y de su entorno para las urnas de 2023 es seguir colocados en el 'ministerio de la oposición' a Revilla durante cuatro años más. La deseable integración en el PP no tiene buena pinta.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.