Desde las certezas materiales a las imaginaciones intuitivas

Sabemos que el proceso de cognición humana empieza con una previa información sensorial, de las presencias físicas observables que le permiten formarse una imagen intramental. Mediante comparaciones con las ideas memorizadas con anterioridad y cruzado de listados con la intervención del espiritual entendimiento se culmina el proceso cuando los contenidos son cuestiones reales. Si resultan de carácter espiritual o incorpóreo, al desaparecer la imagen intramental se complica la comprensión por carecer de la información precisa sobre las presencias físicas y de las esclarecedoras imágenes intramentales. Estas se suelen sustituir por imaginaciones intuitivas más o menos acertadas. La correspondencia biunívoca y reversible de efecto-causa entre ambos ámbitos le hace al hombre valerse del conocimiento de las certezas materiales para conseguir algún tipo de acercamiento a la idealidad trascendental desde la materialidad mundana.

Comenzaremos con eso tan abstracto de las causas inductoras que imperiosamente necesitamos esclarecer por tratarse de conocer los porqués de las cosas. Recurrimos a semejanzas que nos iluminen y nos faciliten la comprensión, o cuanto menos, una justificación tranquilizadora. Supongamos que somos espectadores de un guiñol universal inmenso con animadas escenas de muñecos moviéndose acompasadamente. Esto es lo que presenciamos, pero sabemos que esas actividades están causadas por el movimiento de los hilos manejados por expertas manos. Además, la conversación entre ellos está inspirada desde el exterior. Sin duda podemos pensar que los muñecos son efectos de una causa oculta, pero no nos relajemos demasiado porque en la vida real no encontramos esos hilos animadores.

Seguimos: las unidades del eje imaginario 'i', sabemos que son las inductoras causales en el plano real ortogonal al citado eje. Inducción es hacer una cosa distinta en lugar diferente. El numero imaginario es causante de dos vectores unitarios y de signo contrario en el plano real. Los llamados números complejos 'a+b i', tienen parte imaginaria y parte real. El hombre también es bicomponente de materia, espíritu, o cuerpo-almas. La mente humana es una simbiosis de una víscera computacional cerebral biológica y un entendimiento de carácter espiritual. También ese componente es la causa inductora en su cuerpo, el tan enigmático numero imaginario nos viene a justificar la relación entre la materia y el espíritu.

La famosa fórmula de Euler dice que uno es igual a 'e' elevado a la 'π x i'. nos sugiere el teórico y abstracto valor de la unidad en el sentido filosófico y matemático de la teoría de conjuntos; es como si construyéramos un edificio ladrillo a ladrillo.

Otro mas: a la pregunta del psiconeuroanalista según el escaner del TAC, se iluminan las diferentes áreas del cerebro intervinientes. Cuando se trata de deseos o de tangibles realidades la citoarquitectura cerebral es la misma. Indica que lo material puede, o no estar presente y observable por lo que lo llamamos contingente. En cambio la idea espiritual la consideramos trascendente, porque pase lo que pase siempre existe.

El último: las certezas del ADN celular entre otras cosas nos informan de que cada una de las células del cuerpo humano lleva implícitas sus instrucciones de obligado cumplimiento y posiblemente las previsiones de mutaciones adaptativas. Nos hace pensar en la existencia de un reglamento del universo previamente establecido. También en la sabiduría de un diseñador inteligente que además tuvo que disponer de la energía necesaria y suficiente para cederla en el conocido suceso del 'big bang' que es otra certeza admitida.

Cada cual que piense lo que quiera y pueda pero lo importante es que entre todos podamos acercarnos a lo verdadero que será independiente de nuestras opiniones personales.