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Pepín Tre no es el inventor de lo que él llama la charlatanería pop, pero sí el sumo sacerdote del difícil arte consistente en contar historias imposibles. Tre solo es músico entre y veinte y menos veinte, guarda la polisemia en una caja de puros ... y anuncia en las tertulias de televisión que ha rodado seis mil películas en el papel de buzo; revela que sor Nati creía que el alma se encontraba en el intestino grueso y despreciaba el intestino delgado y asegura que Bermudo, un rey admirable, fue el creador de la monarquía por esqueje, aplicable en el caso de que no naciera un heredero con los métodos habituales de fertilización. Las fábulas de Pepín Tre son legendarias, y es tan alta la calidad de su humor blanco e inteligente, extravagante y absurdo, que aguardamos siempre la próxima trola con la esperanza de que sea mayor que la anterior. Lo suyo no es mentira sino una bufonada disparatada e hilarante, burlesca y colorista.
Con Tre, socio de Krahe, Santiago Segura, El Gran Wyoming, Carbonell y Faemino, estamos avisados, no hay ni trampa ni cartón, y sus relatos estrambóticos se inscriben en un proyecto perfectamente diseñado para provocar la risa y la sorpresa admirada ante su capacidad inventiva. Aunque Pedro Sánchez, que se sepa, no es alumno suyo, y solo se le parece en el embuste, la escena con el presidente de los Estados Unidos merecería ser incluida en esos históricos cortos humorísticos del cine mudo que encumbraron a Laurel y Hardy, Charlot, Harold Lloyd y Buster Keaton. La entrevista bilateral con Biden, ampliamente publicitada por La Moncloa, quedó en lo que se tarda en cruzar desde el Paseo de Pereda al Paseo Marítimo y, aquí viene lo cómico, en esos veinte o veinticinco segundos hubo tiempo, según Sánchez, que no llevaba cronómetro, para tratar de lo divino y de lo humano.
Nadie se fía, ni en España ni en Estados Unidos ni en Europa, de quien dice lo uno y lo contrario. España no está en la agenda de los aliados preferentes de Washington. No se puede creer en quien declara que «hay que acabar con los indultos políticos», pide perdón por los concedidos al PSOE y pondrá en la calle a los golpistas catalanes en contra de la opinión del Supremo, de la mayoría de los españoles y del sentido común; reducirá las penas por el delito de sedición para que vuelvan a intentarlo y antepone sus intereses personales a los del país. Al lado de esto, las falsedades de Revilla se quedan en simple anécdota. Forman parte del paisaje de Cantabria y todos saben que la verdad y el presidente regional se llevan mal desde antiguo. Puestos a elegir entre farsas, araneros y sainetes, no hay duda posible. Me quedo con Pepín Tre para conocer, de primera mano, sus aventuras en la NASA con Terelu.
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