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Cada 25 de noviembre conmemoramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las mujeres. En esta ocasión, no solo denunciaremos:
–Los asesinatos de mujeres en España: 1.236 a manos de sus parejas o exparejas desde 2003; 51 en este año ... y 1 niña; los 50 niños y niñas asesinados para hacer el más terrible de los daños a sus madres; los 51 menores que en 2023 han quedado huérfanos.
–Los 47 feminicidios contabilizados desde 2022 hasta junio de 2023.
–Los estremecedores datos de la Encuesta Europea de Violencia de Género 2022 sobre maltrato: en España 2.399.404 mujeres han sufrido violencia física y/o sexual por su pareja y 2.452.771 violencia sexual fuera de la pareja, con 494.948 violadas.
–La situación cruel e intolerable de los miles de mujeres que sufren cada día maltrato psicológico y económico por parte de sus parejas o exparejas, y que están sometidas al acoso laboral, la discriminación en el trabajo, salarios y pensiones y a todo tipo de micromachismos.
Este 25 de noviembre, además de todo lo anterior, queremos denunciar el negacionismo de esta realidad por parte de la derecha y la ultraderecha. Este negacionismo supone una terrible violencia contra las mujeres, empodera a los agresores, mina la capacidad de las víctimas para recurrir a las instituciones y las desprotege. Su auge disuade a las víctimas de denunciar, debilita el consenso social y facilita que los gobiernos de la derecha dejen de implementar las medidas imprescindibles para luchar contra las consecuencias más graves de la desigualdad y discriminación que sufrimos las mujeres y las niñas.
Con el telón de fondo de la Guerra en Ucrania, del genocidio que el estado israelí está cometiendo en Palestina, de tantos otros conflictos bélicos activos y de la violencia de estados como Siria, Afganistán o Irán, este 25 de noviembre también queremos denunciar cómo se ven afectadas las mujeres y las niñas en tiempos de guerra. Su sufrimiento generalmente es ignorado o silenciado. Muchas enviudan o pierden a sus hijos y deben velar en solitario por el resto de sus familias. Se convierten en refugiadas exponiéndose a peligros como la trata. Son consideradas un «botín» y violadas. Pierden todos sus derechos y la violencia de género se dispara. Mueren en los partos y ven morir a sus recién nacidos. En Gaza, alrededor de 160 mujeres dan a luz cada día y las cesáreas se realizan sin anestesia.
Las mujeres no decidimos sobre las guerras. No tenemos ese poder. Pero sí el de alzar nuestra voz: paremos la violencia, todas las violencias.
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