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Desde 1962, cada 31 de agosto, se conmemora no solo la labor de una disciplina médica ejercida por matronas y obstetras, sino también la singular aportación social de las mujeres embarazadas, máxime en un momento en que la natalidad alcanza mínimos históricos.
Clásicamente, la obstetricia ... ha proporcionado cuidados durante el embarazo, parto y postparto con la única meta de que culminaran con una madre y un recién nacido «sanos». Esto ya no se considera suficiente, por el contrario, social y profesionalmente, hoy en día se exigen otros objetivos.
El primero sería considerar el parto como un acontecimiento fisiológico que generalmente no requiere intervenciones médicas, aunque sí acompañamiento profesional. Esto supone evitar inducciones, cesáreas, fórceps, ventosas y episiotomías –actuaciones que superan con mucho las tasas recomendadas– y también favorecer la fisiología, rehuyendo prácticas desaconsejadas, satisfaciendo las expectativas de las mujeres en relación al alivio del dolor y procurándolas un ambiente confortable en el que se respete su intimidad, se sientan seguras y cuidadas por una matrona y acompañadas por la persona que elijan.
El segundo supondría respetar el protagonismo de las mujeres en un proceso tan trascendente, lo que incluye su derecho a tomar decisiones aunque no coincidan con las recomendaciones de los profesionales. El principio de autonomía, respaldado por la bioética y por el marco legal vigente, plantea una relación más igualitaria entre los profesionales, con sus conocimientos y competencias, y las mujeres, con sus valores, preferencias y conocimiento del propio cuerpo. Ambos «expertos» han de establecer un proceso de comunicación empática y eficaz que permita adoptar de forma conjunta las decisiones que correspondan y compartir la responsabilidad de los resultados. Pero, en caso de haber desacuerdo, la decisión de las mujeres es la que debe prevalecer.
El tercero consistiría en practicar las denominadas cesáreas humanizadas, cuyas características serían: un ambiente acogedor y respetuoso en el quirófano, el acompañamiento de la persona elegida, la posibilidad de ver el nacimiento de su hijo o hija a través de su abdomen, y contacto piel con piel e inicio del amamantamiento en la misma mesa de operaciones sin que madre e hijo sean separados en ningún momento.
El cuarto pretende ofrecer apoyo durante el puerperio, periodo que entraña muchas dificultades por los cambios hormonales y orgánicos que experimentan las mujeres y al reto que suponen los cuidados del recién nacido, el establecimiento del vínculo, la lactancia y la adaptación a la nueva maternidad. Este seguimiento debe mantenerse hasta la completa recuperación materna y prolongarse si se identifican factores de riesgo para la salud futura de la madre.
El quinto propone cuidar la salud mental de las mujeres en el ámbito reproductivo: diagnosticar precozmente, prevenir las consecuencias psicológicas de los partos difíciles, atender los procesos de duelo en los abortos o ante muertes perinatales y apoyar emocionalmente a las mujeres que deciden interrumpir sus embarazos y a las que requieren técnicas de reproducción asistida.
Los hospitales del Servicio Cántabro de Salud están realizando un gran esfuerzo para abandonar la práctica del parto tecnológico, con su intervencionismo y atención despersonalizada, y asumir una nueva cultura que respete la autonomía de las mujeres, huya del paternalismo sanitario y humanice la asistencia. En definitiva: aunar conocimientos y competencias técnicas con el arte de la escucha, la empatía y el respeto, para que la experiencia del parto, aspecto fundamental a considerar en la atención obstétrica, sea positiva y proporcione un «sentido de logro» que posibilite que las mujeres se enfrenten con mayor autoconfianza a los retos de la crianza.
En este 31 de agosto queremos agradecer a los profesionales y a las embarazadas su compromiso y pedir a la nueva Administración Sanitaria que les apoye y atienda sus demandas de espacios para la Unidad de Reproducción Asistida y proporcione los medios necesarios para implementar el uso de la bañera de partos y la universalización de las cesáreas humanizadas.
¡Feliz Día!
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