¡No en nuestro nombre!

1º.- El ataque contra población civil israelí perpetrado por la organización integrista Hamás.

2º.- La respuesta del gobierno sionista israelí, cuyos bombardeos sobre Gaza solo cabe calificarlos como crímenes de guerra. Posiblemente nunca haya habido en la historia una intervención militar tal que la mayoría de las víctimas sean niños y niñas: un cementerio de niños en palabras de Unicef.

3º.- La postura de las cancillerías occidentales que, bajo capa del derecho de Israel a defenderse de un ataque a su territorio, no están moviendo un dedo para conseguir un alto el fuego y permiten con su inacción –cuando no, complicidad– un verdadero genocidio.

El conflicto palestino-israelí no comenzó con los atentados de Hamás del 7 de octubre. Hunde sus raíces en la decisión del Estado de Israel de impedir de todas las formas posibles la existencia de un Estado palestino. Esta política sionista, inspirada en el delirio del Gran Israel, ha conducido al pueblo palestino a la pérdida de todos sus derechos y de su futuro, ha generado una conciencia de resistencia entre los palestinos y ha alimentado organizaciones fundamentalistas como Hamás.

La lógica del 'Ojo por ojo, diente por diente' está teniendo demasiadas víctimas inocentes israelitas y sobre todo palestinas. Pero también son víctimas la más elemental humanidad, objetividad y justicia, los derechos humanos, la legalidad internacional y toda posibilidad de que Israel y Palestina coexistan pacíficamente. Hasta el propio judaísmo, tradición que no tiene que ver con el ejercicio de la violencia y la democracia israelí, amenazada por la ultraderecha de Netanyahu y la ortodoxia sionista, son víctimas de esta espiral de odio y venganza.

Las matanzas en Gaza solo llevarán a la multiplicación de víctimas inocentes, imposibilitarán cualquier arreglo pacífico, encenderán tensiones bélicas en Oriente Medio y serán un paso más hacia el enfrentamiento prebélico de las grandes potencias.

En nuestro nombre: detener los bombardeos y la invasión de Palestina, finalizar la política de ocupación y colonización de sus territorios, inicio de negociaciones para el establecimiento de un estado palestino o, en su defecto, de un estado de doble nación.

No en nuestro nombre: continuar con esta barbarie.