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La chica que iba en el tren

El cinco es lo mágico del yin y el yang, pero del siete solo se dice que media entre el seis y el ocho

Viernes, 25 de noviembre 2022, 07:33

Faltaban cuatro minutos para que hiciera su entrada en la estación de Torrelavega el tren de regreso a Santander. Aunque no sobraba el tiempo, decidí ... no apresurarme. Eran poderosas las razones que hacían aconsejable tomarse con calma el paso del andén uno a los andenes dos y tres, a los que se accede a través del túnel bajo las vías. Correr es de cobardes, no era tarde y podía esperar al tren siguiente, llovía con intensidad y, sobre todo, mi visión estaba disminuida a consecuencia de las gotas que dilatan la pupila en la revisión ocular. Cuando llegué al andén dos, el tren permanecía parado y abiertas sus puertas. Uno de los vagones parecía casi lleno, sin mucho espacio libre o yo no lo veía. Mientras estudiaba el asunto, el tren inició la marcha, mi posición firme se volvió inestable, y en lugar de sentarme de forma decorosa en el lugar debido, estuve a punto de hacerlo sobre una chica, la chica del tren.

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