El chorrito

Con la base de las letrinas del imperio romano, pasando por los vaciados medievales desde las ventanas al grito de ¡agua va!, hubo que esperar al siglo XVIII para que se disfrutara de un sistema de descarga y desagüe más o menos como el que conocemos en la actualidad, siempre pensando en la resolución de dos factores, la comodidad y la higiene, aunque ambas tienen versiones dignas de destacar.

Por ejemplo, la comodidad de los inodoros es algo que están dispuestos a combatir en Inglaterra. Al parecer, los empleados se entretienen demasiado tiempo sentados en el 'trono' con la consiguiente pérdida de horas de producción. Así que una empresa británica ha inventado un váter con una inclinación de unos 13 grados hacia adelante que a los cinco minutos provoca molestias en las piernas e invita a levantarse para manejarse con el rollo del papel.

Sin necesidad de tanto papel, también me han llamado la atención los inodoros con chorrito incorporado que ya se están introduciendo en España. Supongo que estos inodoros están inspirados en el mecanismo del bidé, ese artefacto que según 'La Trinca' fue cosa de un barón francés que lo inventó contemplando cómo los patos arrimaban su culo a un surtidor de las fuentes de Versailles. En los hoteles de los países islámicos, donde la higiene en estos asuntos nos sorprendería por su pulcritud, nunca falta este mecanismo. Es igual si uno se hospeda en los modestos establecimientos de Senegal, donde siempre hay una recurrente manguera a presión, o en las lujosas habitaciones de Dubai, cuyos retretes se integran en el sistema eléctrico y permite graduar la temperatura del agua. El progreso del inodoro y su relación con los excrementos y la higiene, sigue diciendo mucho de nuestra civilización gracias al chorrito.