No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista

En ningún caso debieran concentrarse en una sola persona todos los atributos que hoy en el mundo están siendo otorgados por el hasta ahora poder que a título personal otorga la democracia en las consultas públicas. Lo inaceptable de esta concesión es concebir el mandato como un atributo personal que pueden ejercer a su antojo los gobernantes en los países, por más que se concedan en una proclama consultante. Hoy día estamos viendo cómo la concentración de poderes está conduciendo a un déspota al ejercicio abusivo del poder, violando las fronteras reconocidas por todos y proclamando su ostentosa autoridad a los cuatro vientos; pese a quien pese, invadiendo un país inocente en inferioridad manifiesta, que sólo hace defender sus límites geográficos reconocidos por todos y -lo que es peor- basando la justificación de sus actos en el poder de disponer de uno de los ejércitos mejor dotados para la guerra de todo el mundo, ante cuya crueldad operativa pretende que el resto del mundo se incline a su paso bajo la amenaza de desencadenar una guerra nuclear para la que ya ha proclamado poner en alerta todas sus armas nucleares.

Todo el mundo puede comprobar que si el poder que este hombre concentra estuviera asumido por otro colegiado, compuesto de varias personas, estos indiscriminados pasos guerreros probablemente no tendrían cabida, ya que las decisiones y su ejercicio estarían asumidos de manera colegial, lo que frenaría la posibilidad de arrogancias personalistas. Todo lo dicho debiera abocar a una actuación inmediata contra este señor de la guerra para cortarle las alas y cesar así la insólita amenaza de una tercera guerra mundial, pues si este cretino despiadado, montado en su pegaso volátil, ve las orejas al lobo, cesaría en su exaltación personal como caudillo del ejercicio del poder. La tempestad dura si la opresión se mantiene y nadie levanta las armas contra este déspota dañino y miserable, que está causando destrucción, muerte, hambruna, persecución y diáspora de refugiados en todo el entorno circundante y que están siendo acogidos por la generosidad del resto de Europa.

La calma solo sobrevendrá si se acaba con el poder despótico de este guerrero medieval, quien, además, a semejanza de todos los populistas, está arengando a los ciudadanos a hacer uso de los atributos de las razas eslavas, según él, como bastión de apoyo a sus irracionales pretensiones invasoras contra otros pueblos que se someten a los derechos internacionales para defenderse de la opresión y el asalto. Solamente el odioso despotismo triunfará si el resto no somos capaces de asociarnos y representar una amenaza inminente contra el caudillo invasor: Vladimir Putin. Si este mesiánico tirano levanta la cabeza porque sus amenazas le están dando resultado, no escondamos la nuestra, levantémosla incluso más alto que él para que muerda el polvo y sienta que las espadas se vuelven contra él. Se que esto no es fácil, pero siempre hay un argumento racional contra lo irracional y en esto su matrimonio exhibido por él con China debe quebrarse rápidamente y aquí los dardos hay que dirigirlos contra el gigante asiático para que cese en sus concesiones políticas a los rusos.

El peligro es que los déspotas dictadores no se deben al pueblo al que someten sin perjuicio alguno, ya que son capaces de aumentar la presión contra cualquier opositor sin temor a represalias. Pero la propaganda contraria a estas prácticas es hoy día en el mundo muy poderosa por la influencia que Internet ejerce en las poblaciones. Por lo tanto usar este medio para minar la resistencia de los dirigentes sin escrúpulos es una baza a jugar por las democracias occidentales. Las devastadoras acciones de las tempestades y los ciclones o las acciones despiadadas de la naturaleza, terremotos, tsunamis, etc. no se vencen como en la Biblia haciendo refugios que salven a los representantes de las especies, sino construyendo defensas que ofrezcan tenaz resistencia a los agentes causantes de los desastres naturales, desposeyéndolos de sus poderosas armas invasivas.