La ciudad de Torrelavega saluda al pueblo de Santander
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La frase sólo molesta a los santanderinos sin sentido del humor: «La ciudad de Torrelavega saluda al pueblo de Santander». Así culminó Antonio Resines su ... pregón de las fiestas de la Patrona, entre el cachondeo bullicioso que evoca al famoso cartel de origen futbolístico que por cierto pululó entre el gentío de la fiesta.
El supuesto aire de superioridad santanderina respondido desde el empoderamiento de «la ciudad del dólar», es todo un clásico. Y eso que nadie discute que Santander es ciudad desde 1755, cuando Fernando VI le concedió tal distinción, como Torrelavega lo es desde 1895 por «el aumento de su población y progreso de su industria», gracias a la firma de la reina regente, María Cristina. Pero pocos años después, en 1902, se produjo una curiosa anécdota. Alfonso XIII llegó a Santander y el programa de su visita se modificó para que permaneciera en la capital el 14 y 15 de agosto, días claves de las fiestas de la Patrona. El alcalde en funciones de Torrelavega, Federico Rodríguez Piró, se estremeció con el cambio de planes y remitió este telegrama a la Casa Real: «Fiestas Torrelavega, días 14 al 17. Si S. M. se detiene día 15 Santander, programa destrozado. Música militar Andalucía contratada no vendrá de Santander. Perjuicios considerables. Ruégole no altere itinerario anterior». No le hicieron caso, pero al rey le hizo tanta gracia el telegrama que llegó a comparar al firmante con «otro alcalde de Zalamea», mientras otros le tildaron de pueblerino.
Pueblerinos de ambas ciudades, con sus desencuentros históricos, mantienen su sangre de rivalidad fraternal, el sudor del esfuerzo común y las lágrimas que es mejor que sean de risas. Y siguiendo el rastro de citas de Winston Churchil, me quedo con ésta para cualquier saludo: «La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor los consuela de lo que son».
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Ana del Castillo
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