A Ciudadanos le cuesta encontrar la llave

Es un jarro de agua fría después del buen rendimiento en las generales, en las que Ciudadanos Cantabria mantuvo con solvencia su escaño en el Congreso, incluso con una apreciable subida en votos, equiparable al del conjunto de España. Claro que en las legislativas la referencia esencial del elector era Albert Rivera y ahora se pide el voto para la lista regional que encabeza Félix Álvarez, discutido como candidato por el sector crítico que perdió la batalla de las primarias y con una baja valoración en el último sondeo. No obstante, en su estreno político en 2016 el actor cántabro hizo una buena campaña y consiguió su escaño en el Congreso con un resultado incluso mejor que la media nacional. En la dirección de Ciudadanos Cantabria creen que la expansión del partido, hasta llegar a unas meritorias 38 listas municipales, les empujará en las urnas. También se ha esforzado en ese terreno la OLA, el partido escindido de Ciudadanos con Juan Ramón Carrancio al frente, que con 16 candidaturas municipales no tiene otra perspectiva que la de frenar el empuje del partido naranja allí donde le sea posible.

El objetivo de Ciudadanos es ocupar un espacio decisivo en la negociación política que se abra tras el 26-M, por ejemplo como potencial aliado de Gobierno con el PRC de Revilla, en competencia con el PSOE y el PP. En los sondeos no le salen esas cuentas, tampoco las de un pacto a la andaluza del centro-derecha. Tiene mejores perspectivas en Santander. A la candidatura que lidera el abogado Javier Ceruti le otorgan hasta cuatro concejales, el doble que en 2015, y en el partido están convencidos de que llegarán a cinco. En Ciudadanos y en otros partidos como PP y PSOE puede darse la rareza de que obtengan más ediles en la Corporación de Santander de 27 escaños que diputados en el Parlamento de 35. Ciudadanos no se moja antes de tiempo sobre las alianzas en la capital, que sería una decisión de gran calado, dependiente de la política regional y hasta de la consigna que dicten desde Madrid o Barcelona. Por el momento, se limitan a presentarse como garantía de estabilidad política en cualquier caso: en un acuerdo con el PP de Gema Igual o en el cambio político con PSOE y PRC, como un socio más fiable que una azarosa confluencia de izquierdas.