En España enterramos muy bien», ironizaba el ilustre cántabro Alfredo Pérez Rubalcaba, a propósito de las honras fúnebres que suelen prodigarse a quienes en vida ... fueron maltratados o relegados al olvido. La reflexión viene a cuento de los ríos de tinta vertidos en términos ponderados en torno a Ciudadanos, antes, durante y después de la reciente refundación con la que intenta evitar su más que probable extinción como consecuencia de sus propios errores, cometidos bajo los sucesivos liderazgos de Albert Rivera e Inés Arrimadas. El argumento más frecuentado tiene que ver con el valor que se concede al centro político, como factor de moderación frente a los populismos, como bisagra que corrige los excesos de la izquierda y la derecha.
Pero más allá de las disquisiciones teóricas sobre las bondades y la utilidad del centro, los partidos se apresuran a ocupar los espacios que dejan libres las siglas moribundas. Ahí está el PP de Núñez Feijóo, que acentúa su propio talante moderado con fichajes como los de Íñigo de la Serna o Borja Sémper. Y el PSOE de Sánchez que, cuando le conviene, proclama su posición central en medio de las protestas callejeras, entre el independentismo extremo que clama por la independencia de Cataluña, por la amnistía y por la vigencia del 'procés' y lo que considera el nacionalismo español, o directamente la 'derechona', que le exige al presidente que se vaya,
En Cantabria todos aspiran a quedarse con una cuota de la herencia 'ciudadana': el PP, con aparente ventaja, el PSOE, el PRC y hasta Vox espera hacerse con un cupo, especialmente en Santander. Es la imagen de una liquidación por derribo de Ciudadanos, en contraste muy vivo con la plenitud del periodo 2015-2019, cuando la sede regional se les quedó pequeña por el crecimiento, cuando accedieron al Parlamento cántabro y al Congreso, cuando negociaban los Presupuestos de Cantabria con el Gobierno Revilla y la gobernabilidad de Santander con el PP.
La refundación celebrada en este comienzo de año es una plegaria por el milagro de la supervivencia que se percibe poco menos que imposible en toda España, como ya se ha comprobado en las sucesivas elecciones autonómicas, incluso en aquellas comunidades donde Ciudadanos había acreditado una eficaz acción de gobierno con el PP, como en Andalucía, Madrid o Castilla y León.
Nada más concluir la asamblea con la victoria del grupo tutelado por Arrimadas, el coordinador regional de Ciudadanos, Félix Álvarez, que de momento ya no figura entre los 30 miembros de la nueva ejecutiva nacional, ha anticipado su disposición a repetir como líder y candidato autonómico, por cierto, después de dejar crecer los rumores de que podría ser aspirante al Ayuntamiento de Santander.
En lo que queda de partido cada cual hace sus interpretaciones. Unos entienden que Álvarez no podía cambiar hacia un destino supuestamente más cómodo cuando vienen mal dadas como ahora y así se le ha dicho en algún momento. Otros creen que en la capital tiene menos predicamento que el concejal y portavoz, Javier Ceruti. Hace muchos meses que Ceruti aseguró estar dispuesto a repetir como candidato en Santander y ahora se mantiene firme en la idea.
En breve se celebrarán las primarias para elegir presidente/candidato regional y se sabrá si solo hay un aspirante, Álvarez, o el grupo de Ceruti le manda un propio para hacerle una dura competencia. Todo es posible. En fin, en este tenso clima Ciudadanos tendrá que abordar la campaña electoral, sin gran entusiasmo y con medios muy precarios.
De Santander hacia abajo, el panorama municipal es bien sombrío, envuelto en un inevitable aroma de fin de ciclo, entre los que dejan la política y los que buscan un lugar al sol con otras siglas. Nada que ver con los comicios de 2019, cuando Ciudadanos presentó hasta 48 listas locales y obtuvo representación en 24 de ellas. Los más pesimistas temen que incluso en ayuntamientos muy poblados el partido no será capaz de completar candidaturas.
Las conjeturas se disparan en torno al alcalde de El Astillero, Javier Fernández Soberón, el único que tiene Ciudadanos en Cantabria y en todo el Norte de España. Nadie sabe a ciencia cierta cuáles son sus planes concretos, ni el partido al que pertenece ni los vecinos a los que gobierna. Quizá cree el hermético regidor que no es necesario que sepan nada hasta que se despeje el camino. Sólo se da por supuesto que quiere seguir en la política. Con Ciudadanos, con algún partido que le fiche, o con una plataforma vecinal como las que armaron con éxito otros exalcaldes del PP afectos como él a Ignacio Diego en municipios más pequeños. Como casi todo en Ciudadanos, el futuro es muy incierto. Sálvese quien pueda.
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