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Si bien ha pasado casi desapercibida la noticia de mandar como representante de España a los Oscar a la película 'La trinchera infinita', es curioso que comparta con esta situación pandémica de confinamientos un denominador común: el que hemos de atrincherarnos por semanas para ... aplanar la curva de contagios y que el ritmo de estrés sobre el sistema sanitario parece no desacelerarse.
Cantabria registra más de 12.000 positivos acumulados desde el inicio de la pandemia mientras se nos anuncia que la campaña de vacunación contra el coronavirus podría ser sólo semanas antes del verano de 2021. Así, están «pinados los bolos» en forma de hoja de ruta para estos próximos siete meses sin vacunas. Lo mismo enseñan los modelos del Imperial College de Londres o los producidos desde el Grupo de Economía de la Salud de la Universisad de Cantabria, Idival, con la herramienta 'Sitar-Covid19' territorial de geoprevención: un horizonte de olas diversas de propagación de la enfermedad con patrones espaciales similares a los de la pandemia de 1918, con los confinamientos como «último recurso».
Esto nos plantea a los economistas de la salud el reto de evitar cierres de actividad económica y que simultáneamente el covid-19 no colapse el sistema sanitario. No hay pues dilema entre salud y economía puesto que lo importante es asignar bien los recursos a fin de atenuar tanto la pandemia como las tensiones sociales de nuevos confinamientos, que probablemente nos acompañen este año. Ello presagia, como nos indica la Comisión Europea, desplomes sin precedentes del PIB al 12% a final de año y recuperaciones desiguales entre sectores combinadas con aumentos del desempleo por encima del 17%, a pesar de unos ERTE y rentas mínimas que como «escudo social» pretenden evitar la exclusión social.
Ante esto, «cantabrizando» la estrategia de Tomás Pueyo denominada «el martillo y la danza» se me ocurre que sigamos ganando tiempo, pues como decía el poeta latino Horacio: «Es mejor acordarse de conservar en los acontecimientos graves la mente serena». Primero, actuemos con «el martillo» rápido y fuerte, desde una óptica neokeynesiana, haciendo que demanda y consumo no se desplomen, además de con ofensivas de mayores inversiones, con estrategias de reducción del virus que permitan relajar las medidas de bloqueo económico. Es clave implementar potentes «planes de rescate» que combinen ayudas directas municipales, autonómicas y estatales (además de las europeas a partir de 2021), para los sectores perjudicados por los cierres, que en Cantabria suponen el 15% de nuestra riqueza, dado que el PIB regional caerá en más de 1.720 millones de euros si contamos con nuevos confinamientos. ¿Cuánto duraría esta fase de «colchón económico»? Depende del tiempo necesario para estabilizar la pandemia para que el «martillo» sea más lento. Segundo, si existe disciplina en las normas sanitarias y fuertes ayudas económicas, podremos pasar a la fase de la «danza» entre economía y sistema sanitario, manteniendo a raya el covid-19 hasta tener tratamientos/vacunas. Seamos optimistas y pensemos en que como decía el escritor Robert Louis Stevenson «no juzguemos cada día por la cosecha que recogemos, sino por las semillas que plantamos». En lo sanitario sabemos más sobre el virus y en lo económico esperamos que la digitalización sea el gran motor de la esperada reactivación económica al optimizar costes y abrir nuevas fuentes de ingresos como estrategia para esta 'nueva normalidad'. Hay luz al final del túnel.
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