Una coalición insostenible para Cantabria

Como habíamos advertido, la visita de Miguel Ángel Revilla a Bruselas del mes de noviembre fue un viaje a ninguna parte puesto que conocía de antemano el resultado y sabía que regresaría con las manos vacías. Además, representa un aviso muy serio sobre lo que puede ocurrir con los fondos europeos si no cambia de actitud. La política de la improvisación y el bandazo; la charlatanería y el cambio de criterio no cuela en Europa, donde Revilla intentó una pirueta introduciendo por sorpresa una nueva versión de lo que se planteó en su día, que fue la inclusión en la red de la línea Santander-Palencia, para poner sobre la mesa una línea que, en este momento, no pasa de la ciencia ficción. Este no es un fallo de gestión menor, sino algo muy grave que tendrá trascendencia al menos durante treinta años y no se puede meter sin más en el cajón.

Pero más allá de este fracaso sin paliativos, lo más preocupante es que el escrito que la Comisión Europea ha enviado al Gobierno regional es la enésima prueba de la absoluta deslealtad del PSOE con todos los proyectos fundamentales para Cantabria.

La partida para que la región fuera incluida en la Red Transeuropea de Transportes se jugó en los años 2009 y 2011, que fue cuando se negoció el trazado de los corredores y los reglamentos, aprobados finalmente en 2013. Entonces, fueron Revilla y un Gobierno socialista, el de José Luis Rodríguez Zapatero, los que excluyeron a Cantabria del corredor y ahora ha sido un Gobierno del PSOE el que lo ha vuelto hacer diez años después con su falta de compromiso e implicación en otro proyecto fundamental para esta tierra.

Se mire por donde se mire, la coalición de Revilla con Pedro Sánchez es ruinosa para Cantabria, una región que recibe un golpe tras otro en todas sus iniciativas fundamentales.

El mismo día en que se conocía que vamos a seguir siendo ultraperiféricos durante al menos tres décadas, el propio Revilla confesaba que no hay ayudas del Gobierno socialista a la transformación energética de Solvay. Estamos ante una alianza que no da ningún resultado a Cantabria y no es garantía de nada, ni del tren con Bilbao que acaban de enterrar; ni de las infraestructuras pendientes por carretera, ni de la defensa del sector ganadero ante los ataques del lobo y un incremento de los costes de producción que les ahoga; ni de la industria electrointesiva, ni de un modelo de financiación autonómica que tenga en cuenta el coste efectivo de los servicios.

Es más, el plan de Pedro Sánchez y Podemos para la financiación de Cantabria es quitarnos cada año 350 millones de euros, lo que haría directamente inviable nuestra autonomía. Otra bofetada que demuestra que Revilla no pinta nada en Madrid fuera de una tertulia de televisión. Está convirtiendo Cantabria en una autonomía sin autonomía, dependiente por completo de La Moncloa, absolutamente incapaz de resolver ni uno solo de los problemas de los cántabros. Y nada le obliga a sumar con el PSOE. Si está con Pedro Sánchez es por voluntad propia y porque su conveniencia partidista prima sobre las necesidades urgentes de esta tierra.

Los cántabros no entienden cómo es posible que Pedro Sánchez siga sentado en el Gobierno de Cantabria, cuando todas sus políticas y todas sus decisiones atentan contra los intereses de Cantabria.

Es ya insostenible una coalición que acumula tantísimos agravios a una comunidad autónoma que no necesita estos golpes, sino una atención especial.

Miguel Ángel Revilla tiene que dejar de hablar y hablar y pasar de una vez por todas de la charlatanería a la acción, porque el PSOE va a seguir ignorando a esta tierra mientras el agravio continuo y el desprecio le sigan saliendo gratis y no tengan ninguna consecuencia. ¿Qué legado de tierra quemada va a dejar Revilla a nuestra comunidad tras cuatro legislaturas abrazado al socialismo?