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Tras cuarenta años viviendo en América, un continente donde el colonialismo es el acontecimiento fundamental de todos y cada uno de los países que lo ... constituyen, mi visión de la Hispanidad es distinta de la que era y distante de la visión que hoy sigue predominando en España. Cuarenta años de lecturas y reflexiones sobre el asunto, me han llevado a establecer dos diferencias que me parecen fundamentales para su comprensión: primera, que la gesta del descubrimiento y exploración de América es muy diferente de la explotación colonial y misión civilizadora del territorio; segunda, que el Mediterráneo fue la gran caldera donde se mezclaron la cultura occidental con la oriental, razón por la cual el sur de Europa es menos racista que un norte racialmente homogéneo, cosa particularmente evidente en el caso de Hispania con sus cerca de ocho siglos de dominio musulmán. Menos racista sí pero, y aquí reside el quid de la cuestión, no menos colonialista. Clave para desenredar la madeja.
El primero y principal propósito del colonialismo fue la extracción de las riquezas de los territorios colonizados para beneficio de la metrópoli y, en el caso de España, la financiación de las guerras imperiales en Europa. Para ello, se utilizó en primer lugar mano de obra indígena y, cuando esta no fue suficiente, se importaron esclavos de África. El esfuerzo civilizador operó entre los colonos como una racionalización blanqueadora del móvil principal, incluida la cristianización de los paganos.
Cierto que, en paralelo con la colonización, en Europa había surgido un movimiento humanista que nace con Petrarca, es continuado por Dante y tiene sus mayores hitos en la reforma protestante de Lutero, Erasmo de Roterdam, Miguel Servet. En España, ese movimiento estaba representado por los eclesiásticos Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria, seguidos por Juan de Mariana. Pero estos movimientos, que tuvieron influencia en Europa al punto de llevar a las monarquías y la Iglesia a efectuar una reforma/contrarreforma hacia una concepción humanista de las gentes, en el caso de las colonias fue recibido con un espíritu largamente probado en los condados españoles: «tales leyes se acatan pero no se cumplen» cuando perjudicaban sus intereses. Las colonias estaban demasiado lejos para que la metrópoli pudiera imponer con eficacia el imperio de la ley; algo que se sumaba al efectivo conflicto de interés implícito en el móvil principal, lo cual hacía su aplicación más improbable. La historia demuestra que ya era difícil lograrlo en la propia España, con que imagínense la situación en las colonias.
No es pues de extrañar que el comercio de esclavos se mantuviera vivo hasta bien entrado el siglo XIX y que destacados españoles afincados en Cuba se contasen entre sus principales promotores. También es cierto que, para el momento en que los países hispanoamericanos se plantean la independencia de la metrópoli, la población mestiza predomina sobre el resto en una mayoría de ellos. Pero los líderes mestizos no hacen sino tomar el testigo de las autoridades españolas y continuar las mismas prácticas colonialistas. No hay más que ver la situación actual de las comunidades de aborígenes y africanos para entender a quienes les ha tocado bailar con la más fea en la fiesta de la Hispanidad. Por otra parte, nada muy distinto de la situación en Brasil y norte de América.
Para aquellos que recurren a las invasiones de los bárbaros del este en Europa, y sobre todo al Imperio Romano, para justificar el colonialismo moderno como algo que 'siempre' ha existido y que así es como se hace la historia, quiero aclarar que hay una diferencia fundamental: la no continuidad geográfica, la separación oceánica y continental hace del moderno colonialismo un proyecto más desalmado, hipócrita, calculador y deliberado. ¿Cómo comparan el número de indios sacrificados en los templos aztecas con los que murieron trabajando en las minas de plata de sol a sol? ¿Cuántos africanos sucumbieron en las luchas tribales o fueron apresados y vendidos como esclavos por las tribus rivales, comparado con las masacres llevadas a cabo por los europeos en África durante el siglo XIX? ¿Cuántos murieron, una vez vendidos, trabajando en las minas explotadas por europeos? Y debo decir que, excepto por un número muy reducido de activistas radicalizados, estos pueblos colonizados no reclaman indemnización, compensaciones, ni siquiera peticiones de perdón por los pecados cometidos por nuestros ancestros, de los que nosotros no tenemos ninguna culpa. Estas gentes buscan algo nada material como es el trato humanitario, ser acogidos sin resentimiento, formar parte de la comunidad internacional de igual a igual. En definitiva, exigen el pago de una deuda moral ¡Qué difícil! Por supuesto, no estoy de acuerdo con López Obrador -¡ese populista de tomo y lomo!-, pero entiendo que sus soflamas tengan el eco que tienen en todo el continente, de norte a sur.
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