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Un viejo refrán viene muy bien para explicar la realidad del pequeño comercio, el de proximidad, muchas veces de tradición familiar con tres o más ... generaciones detrás de los mostradores: 'Entre todos la mataron y ella sola se murió'. Suele aplicarse cuando son varias las incidencias sobre una determinada situación y ninguna se considera responsable directa de la misma. Sin embargo, todo son lamentos cuando ya no hay solución. Sucedió con las salas de cine. Sentimos cuando fueron cerrando una a una. Echábamos la culpa a la especulación inmobiliaria, pero los empresarios sabían que no acudía el público. Era más cómodo ver películas en la televisión o con la alternativa de los vídeos. Cuando dejaron de ser rentables los sustituyeron bingos, bancos o supermercados. Ahora al comercio local le puede suceder lo mismo, bajo otras amenazas. Desde Amazon a las compras por internet. La ansiedad, impaciencia por tener el producto solicitado en un día en casa, la comodidad al evitarnos el desplazamiento y, quizás, hacer cola en la tienda, el encapricharnos por un producto determinado que no lo tienen aquí, el posible ahorro, en fin, nos impulsan a ese tipo de adquisición.

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