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Comienzo a escribir mientras percibo en mí cierto estremecimiento al reflexionar sobre el crimen del 'caníbal de Madrid', ese sujeto que tenía descuartizada y repartida en táperes a su madre para cocinarla y comérsela. Sólo con imaginarse la escena cualquier organismo sano tendría síntomas ... de rechazo que acabarían en náuseas y vómitos, así que, ¿qué podemos decir de este individuo, salvo que estaba loco como una cabra?
Claro que las situaciones de locura también originan historias fantásticas. Sin ánimo de fastidiar el oloroso y digestivo final de la novela 'El perfume', de Patrick Süskind, jamás se me hubiera ocurrido plantear el hecho de devorar a una persona como expresión máxima de atracción o de amor irrefrenable, algo que acaso provenga del más misterioso de los sacramentos católicos, la eucaristía, donde nos comemos el cuerpo y bebemos la sangre del líder religioso más importante que haya tenido nunca la humanidad, algo que, al menos en lo que respecta a la sangre, nos hizo dudar hace tiempo la Guardia Civil en Mieres (Asturias) tras detener a un párroco en un control de alcoholemia. El cura en cuestión alegó que triplicar la tasa de alcohol permitida era cosa de la sangre de Cristo consagrada y las varias misas que había oficiado, y nadie ha de dudar de tal milagro si tenemos en cuenta que la Benemérita, en este caso, le dejó marchar sin multarle.
También la eucaristía fue alegada en 1972 como defensa moral de los supervivientes de la tragedia de los Andes, accidente aéreo de un equipo uruguayo de rugby que conmovió a la opinión pública cuando se conoció que sobrevivieron durante 72 días, entre temperaturas de -25 y -42 grados, a base de comerse los cadáveres de quienes habían fallecido.
Pero el caso del caníbal madrileño, por muy loco que pueda parecer, también puede encubrir un asesinato fríamente calculado. Porque deshacerse de la principal prueba del delito a base de comérselo con guisos y caldos, además de insuperable chifladura, constituye el método más seguro para eludir el castigo de este dantesco episodio capaz de oscurecer aún más cualquier crónica negra.
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