Secciones
Servicios
Destacamos
Habrá que decirle a la gente que esa monarquía que durante siglos reina en las Islas Británicas, aunque tengamos un lejano parentesco y siglos de historia compartida, no tiene nada que ver con la nuestra. Habrá que hacer pedagogía al estilo de nuestro presidente del ... Gobierno yendo de provincia en provincia para explicar que no pertenecemos a la Commonwealth como pueda parecer, Dios nos libre.
Es que los medios y las revistas cuché, los especialistas en casas reales y los especialistas en cualquier tontería de las tertulias cutres, aprovechan el filón de nuestra estupidez y nos inundan de sabiduría sobre los entresijos de la familia real británica con un respeto que reclamo para nuestros reyes.
Me da que tanta información no disgusta al Gobierno. Mientras se va de aquí para allá con la pobre reina Isabel II no se habla de inflación, ni de homenajes a etarras, ni de intención de voto. Quizá un mal pensamiento me acosa y debiera retirarlo de mi cabeza.
España entera, producto de esa intensidad informativa, ha padecido el dolor británico de su muerte en primera línea y es injusto, porque deberíamos de estar buscando complicidades para el gozo, pero nunca para el duelo, «el precio que pagamos por el amor», como ella misma lo definió con ternura cuando murió su esposo. Allá ellos con sus cuitas y sus penas que nosotros ya manejaremos las nuestras.
Me importa además muy poco que el rey Carlos III, el del tampax, vaya al Parlamento Británico y que camine detrás del féretro desde Holyrood hasta la Catedral de Saint Giles. Es malvado hacernos digerir de nuevo las discrepancias de la tal Meghan Markle y si a la duquesa de Cornualles (nombre que ya no me suena muy bien) le van a hacer reina consorte, ni tampoco si el príncipe de Edimburgo era casquivano.
Ni siquiera me quiero hacer eco de que Gibraltar es español, que quizá fuera momento adecuado, como también recuerdo cómo el nuevo rey fué allí en viaje de novios sin haberse leído previamente el Tratado de Utrecht en vigor desde 1715.
No significa que no nos importe nuestro rey Felipe VI ( comparen y vean) o nuestra historia. Todo lo contrario. Tampoco significa que no tengamos un gran respeto por lo británico y los británicos y por su literatura y por su teatro y por su importancia en mi formación médica como atestiguan los papeles y mi cuore. Me declaro anglófilo. Eso es otra cosa.
Pero no se les ocurra hacerme tragar el funeral de Estado porque no lo van a conseguir. Me niego a acudir virtualmente a la Catedral de Westminster, a ver el gesto solemne del Arzobispo de Canterbury y la cara compungida de Carlos III. No lo conseguirán.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.