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El Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) de la Generalitat de Cataluña ha divulgado una macroencuesta que realizó en septiembre y octubre en toda España, sobre la eufemísticamente denominada «percepción del debate territorial». Algunas de las preguntas versaron sobre cómo unas regiones valoran a otras ... y, por tanto, cuáles son los sentimientos mutuos y el promedio de la vinculación recíproca. Aunque esta clase de sondeos se deben tomar con humor ('cum grano salis', se decía en época de don Carlos Marx) por el cronograma, el cuestionario y la crispación general de los ánimos después de la sedición de 2017 y sus derivaciones, sería absurdo hacer como que estos estudios no existen. ¿Qué pasa en/con Cantabria a la luz de esos resultados?
En un abanico de diez puntos entre «caer muy mal» y «caer muy bien», los catalanes nos dan una media de 6,94 puntos, levemente por debajo de la media que nos asigna el conjunto de España (7,14) y los españoles no catalanes (7,18). Es decir, el catalán nos percibe peor que a vascos y asturianos, pero mejor que al castellano y leonés. Por sexo, caemos un poco mejor a las mujeres; por edades, a los de 35 años para arriba. Esto es interesante para la promoción turística.
Somos los novenos cuando se pregunta por preferencia para trabajar con alguien, una lista que encabezan andaluces, vascos y madrileños. (Debe de ser por los chistes de Lepe, Jaimito y Pachi). Sacamos mejor nota entre los votantes de ERC, Vox, PSOE y Podemos. Nadie que haya votado al PNV, en cambio, nos menciona. No hay feeling. Complementariamente, suscitamos el menor rechazo a trabajar con nosotros, junto con asturianos y riojanos. Si no se nos ve rompedoramente atractivos, tampoco especialmente problemáticos: el mayor rechazo lo recibimos de los votantes del PNV y de algunos de Esquerra Republicana de Catalunya. ¿Todavía no perdonan que el padre Flórez demostrase que Vasconia no es la antigua Cantabria?
Y en el caer bien o mal, según recuerdo de voto del opinante, la mejor nota media la sacamos entre los votantes de Ciudadanos, Vox, PSOE y PP; las peores calificaciones, por debajo del 7, en PNV, JxCat y ERC. Los electores del PNV valoran mejor al castellano (6,95) y al asturiano (7,29) que al cántabro (6,24).
Finalmente, ante la pregunta de si el Gobierno central favorece a algunas regiones sobre otras, Cataluña, Madrid y País Vasco son señalados por la mayoría de los encuestados. Casi nadie cree que Cantabria sea favorecida, y quienes más creen que sí son los votantes del PSOE. Eso es creer y lo demás, agnosticismo disfrazado.
Globalmente, un 33,9% de los españoles quiere que haya menos competencias (14,9%) o ninguna (19%) en las autonomías; a un 29,4% le gusta el estado autonómico como está; un 16,6% quiere autonomías más autónomas; y un 12,5% que sea independice quien quiera. El resto no saben o no contestan. Este no es un balance para tirar cohetes, cuatro décadas después. En Cataluña quieren la opción indepe un 44,8%. En España, en cambio, el grupo mayor es el 32% que desea no tocarla situación actual, pero luego viene un 37,7% que desea recentralizar un poco, o un mucho, el estado autonómico. ¿Habrá que concluir que a los que más reclamaban la autonomía se les ha hecho mucho, y en cambio a los que la pedían menos se les hace demasiado?
Puesto que el régimen autonómico es un punto de equilibrio histórico entre fuerzas centrífugas y centrípetas, convendría que tanto en Cataluña como en el resto de España se hiciera más grande la opinión central. Estas son cifras de descontento y polarización. La falta de debate de ideas empieza a pasar factura.
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