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Domingo, 28 de julio 2024, 07:52
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Estamos de moda»; «¿Seremos la Ibiza del norte?»; «Fuera turistas»; «Cuantos más vengan mejor»… Se está escribiendo mucho sobre el auge del turismo en general ... y, concretamente, del de nuestra querida Cantabria. Tema importante, y peliagudo. Partiendo de la base de que todas y todos queremos lo mejor para nuestro 'terruño', leo las diferentes opiniones. Obviando las más radicales y descabelladas, que uno ya está harto del vocerío de las redes sociales. Se nos hincha el pecho cuando llega a nuestra tierra un familiar o amigo y se maravilla de las múltiples bondades de esta región: clima suave en unos veranos especialmente tórridos de la España verde hacia 'abajo', playas espectaculares, precios –aun– moderados, gastronomía superior y un largo etcétera.
'Days Are Numbers (The Traveller)', de The Alan Parsons Project.
Pero, por otro lado, nos entra el tembleque ante el miedo de que la cosa se desborde, de morir de éxito. Que cada vez nos visita más gente es una bonita realidad. Hay casos extremos donde el ruido de las ruedas de las maletas opacan la melodía propia del trajín del día a día de los lugareños. Cuando el foráneo absorbe y modifica por completo el paisaje de un lugar, ese territorio pierde toda su esencia y termina por expulsar a los originarios. Tienes ejemplos claros como el de Venecia, en el que cuesta encontrar un veneciano asomado a su ventana, es complicado hacerse paso entre el enjambre de turistas, consumir una bebida en la plaza de San Marcos te hace un roto en la cartera… El decorado es espectacular, pero ya no hay rastro de las escenas cotidianas del pasado. Vas una vez, pero no repetirías de nuevo. Está tan candente el tema que hemos acuñado una nueva palabra, 'turismofobia'. Creo que aun estamos muy lejos de algo así. Pero el debate está en la calle, en los bares, en las sobremesas…
La otra cara del asunto es que el turismo tiene un retorno al que es difícil renunciar, el pan de muchas familias. Todos tenemos amigos que están vinculados a este sector. Gasolina para el motor que tira de la economía. Tenemos un reto dificilísimo. Un desafío del que hablaremos dentro de unos años sobre si estuvimos acertados o no. Ojalá que de quien dependa acierte, y podamos seguir creciendo sacando pecho de este rincón privilegiado del planeta, tan deseosos de compartirlo como de protegerlo.
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Ana del Castillo
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