Secciones
Servicios
Destacamos
La policía de Beverly Hills detuvo una madrugada por suplantación de identidad a un tipo moreno que decía llamarse Harpo Marx, vestía como el káiser ... Guillermo II y hablaba por los codos, cuando cualquiera sabe que Harpo era pelirrojo y mudo. Lo soltaron al comprobar que su mutismo cinematográfico resultaba tan falso como el bigote de Groucho. El ministro de Cultura tampoco es mudo, y aunque habló mucho en su visita a Cantabria sin que se le oyera nada sustancial, nos regaló una frase impagable: «el compromiso no se puede concretar más porque es el compromiso», con lo que se deduce que un convenio de financiación del Museo de Prehistoria comenzaría así: «la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte», a modo del hilarante diálogo entre Chico y Groucho Marx en 'Una noche en la ópera'.
Ni siquiera Hari Seldon, creador de la Psicohistoria, el científico que predijo los avatares de mil años, la caída del Imperio Galáctico, el advenimiento de la Segunda Fundación, Gaia y la tutela final de Daneel, el robot positrónico al que dio vida Asimov, podría adivinar el futuro de un Mupac carente de plazos y de dinero, que lo fía todo al auxilio social europeo sin base alguna. Le sobran los motivos a Mazón, diputado nacional del PRC, para quejarse del maltrato de Pedro Sánchez a esta olvidada comunidad, pero Zuloaga niega la mayor: la colaboración del Gobierno de España con Cantabria «es absoluta». La vis cómica del todavía vicepresidente regional ha quedado acreditada en otras ocasiones -recuérdese los trenes que Sánchez le birló a Revilla para dárselos al independentista Torra-, mas ahora se supera. Siempre es plausible la mejora.
Sorprende también que nadie le explicara al ministro que para ese viaje no hacen falta alforjas, aunque es cierto que la vacuidad en el lenguaje o el revestimiento de la palabra con un ropaje solemne, presentando la nada como un pensamiento sublime, no es exclusivo de la clase política. Hace un par de años leí esta frase en una exposición del Centro Botín: «¿Cuántas vacas hacen falta para igualar el volumen de un árbol?». En trance por el ejemplo de genialidad, decidí seguir el juego preguntándome a qué saben las nubes, de qué color es el viento, si Dios tiene Dios, si es posible que el hijo sea más viejo que el padre (la respuesta correcta es sí) o qué ocurriría si destapamos el tapón del mar y desconectamos el interruptor del Sol. Ahí lo dejo como muestra de ingenio. Y si cuela, cuela.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.