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A estas alturas no hace falta insistir en que el papel de la mujer en la ciencia ha sido desplazado o, al menos, diluido. Y esto no solo, como dicen algunos, es la consecuencia de la falta de representantes femeninos, sino que también es fruto ... de otra serie de omisiones personales.
Indudablemente ha existido una menor visibilidad de las mujeres científicas en comparación con sus colegas masculinos. Y, en algunas ocasiones, sus descubrimientos han sido usurpados por sus superiores; a veces, por sus maridos o por otros compañeros de investigación. Es cierto que, en la ciencia, como en muchas actividades humanas desgraciadamente, se dan casos de malas prácticas o de apropiación indebida de descubrimientos, lo que ocurre es que ha sido flagrante en el caso de las mujeres, cuya indefensión ha sido mayor. Decía Simone de Beauvoir, «no es la inferioridad de las mujeres lo que ha determinado su insignificancia histórica, sino que ha sido su insignificancia histórica lo que las ha destinado a la inferioridad».
Si examinamos, por ejemplo, los premios Nobel, que son los mayores indicadores de la relevancia de la población investigadora en la ciencia, advertiríamos que existe un listado, desconocido por el público en general, de mujeres notables veladas detrás de hombres premiados con el máximo galardón en Física, Química y Medicina y Fisiología.
Una de ellas fue Mileva Maric, la primera mujer de Einstein. Esta mujer, brillante en física y matemáticas, influyo sobradamente en los primeros trabajos del Nobel, pero nada de ella quedó por escrito. Otras mujeres tuvieron una suerte parecida: Rosalind Franklin, Chien-Shiung Wu, Lisa Meitner o Joselyn Bell Burnell.
Uno de los grandes hitos de la biología moderna fue el descubrimiento del ADN. Cuando Watson, Crik y Wilkins recibieron el Nobel de medicina en 1962 no mencionan a Rosalind Franklin, ya fallecida, que es quien prueba la estructura helicoidal del ADN con la Fotografía 51 tomada por rayos X. Reconocida su investigación es apodada 'la Dama Ausente'. El caso de Meitner fue especialmente llamativo. Colaboró directamente con el físico Otto Hahn y codescubrió la fisión nuclear y el protactinio. Sin embargo, solo Hahn obtuvo el Nobel de química en 1944. De igual forma, a Chien-Shiung Wu no recibió el Nobel de física en 1957, a pesar de su aportación sobre desintegración beta. El Nobel lo recibió su marido. Algo similar ocurrió con Joselyn Bell Burnell, que realizó la investigación de los primeros púlsares, pero el prestigio (y el Nobel) se lo llevaría su director de tesis, Anthony Hewis, en 1974.
Es curioso también observar que, entre las mujeres receptoras del Nobel, la mayoría lo obtuvo ex equo, a veces con sus maridos: Marie Skalodowska, casada con Pierre Curie, compartió Nobel de física en 1903, después lo consiguió sola en Química en 1911. Su hija, Irene Joliot-Curie, fue premio Nobel de química en 1935, junto a su marido (Fréderic Joliot); el conocimiento del núcleo atómico supuso a María Göppert-Mayer el Nobel de física en 1963, aunque en compañía de Hans Jensen. Gerty Radnitz con su marido Carlos Fernando Cori recibió el premio en 1947 por sus investigaciones sobre los glúcidos. Rosalynd Yalow (radioinmunología de proteínas) con los doctores Schally y Guillemin en 1977; Rita Levi Montalcini, neurocientífica italiana, en 1986 con Stanley Cohen. Gertrude Belle Elion en 1988, junto a Herbert Hitchings y Sir James Black.
Otro caso interesante es el de Christiane Nüsslein-Volhard, sus investigaciones de juventud se publicaron en la prestigiosa revista 'Natura', sin embargo, pese a que la investigación era suya, firmó en segundo lugar el artículo, cediendo el primer puesto a su colega varón. Obtuvo el Nobel en 1995, compartido con Eduard Lewis y Eric Wieschaus. Linda B. Buck, bióloga, junto a Richard Axel, en 2004. La viróloga francesa Françoise BarréSinoussi en 2008, junto a Luc Montagnier. Las biólogas Elizabeth Helen Blackburn y Carolyn Widney Greider en 2009 con Jack William Szostak. Ada Yonath, también en 2009, compartido con colegas varones, en este caso con los investigadores Venkatraman Ramakrishnan y Thomas A. Steitz. May-Britt Moser con su colega John O'Keefe y con su marido, Edvard I. Moser. En 2015, la doctora china Youyou Tu compartiendo con William C. Campbell y Satoshi Omura.
Las científicas que lo han conseguido en solitario son pocas, a la ya mencionada Marie Curie, añadiríamos la química inglesa Dorothy Hodgkin, Nobel en 1964. Barbara McClintock fue un caso curioso de invisibilidad recuperada. Sus estudios sobre genética se publicaron 35 años antes de recibir el premio en 1983 con 91 años.
La web de la Fundación Nobel muestra visiblemente a las 60 mujeres premiadas (23 ciencias) pero, lo cierto es que algunas preguntas tienen todavía difícil respuesta desde la igualdad y la brecha de género. Así se han repartido los Premios: Medicina 12 / 212 ; Física 4 / 215 y Química 7 / 181
Mantener las diferencias entre hombres y mujeres en el campo de la ciencia no solo es un grave perjuicio que afecta a la equidad, sino también a la excelencia y, a la larga, al rendimiento económico de un país.
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