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La campaña electoral al Rectorado de la Universidad de Cantabria ha sido un reflejo de las complejidades y retos que afronta nuestra comunidad universitaria. Sin duda, el aspecto más destacable ha sido la gran respuesta y la participación activa de todos los colectivos. La campaña ... ha permitido que el profesorado, el estudiantado y el personal técnico, de gestión, y de administración y servicios hayan expresado abiertamente sus preocupaciones, sus necesidades y expectativas, que se resumen en un mensaje: las ganas y la voluntad de que la UC cambie en la dirección e intensidad que demanda nuestra comunidad. Ello constituye una motivación sobresaliente para nuestro proyecto.
A la vez, la campaña ha evidenciado un sentimiento compartido de agotamiento. La falta de estímulos se observa en todos los sectores de la universidad. Más allá del debate de ideas, ha emergido la urgencia de cambios tangibles que transformen la institución en un espacio más habitable, justo y eficaz.
La principal reivindicación ha sido, sin duda, la del reconocimiento del trabajo realizado. Y ello va más allá de las cuestiones salariales, que, aunque relevantes en algunos sectores, no han sido el eje central de las conversaciones. Lo que se pide es respeto genuino por el esfuerzo y compromiso con la UC demostrado a lo largo de los años. También la eliminación de tantas barreras irracionales para el desarrollo académico y profesional.
Facilitar el legítimo derecho a la promoción ha sido un clamor durante la campaña. El personal de la UC no quiere trabajar menos, quiere hacerlo mejor y tener expectativas de una carrera profesional digna y estable. La simplificación administrativa destaca como otra de las prioridades más urgentes. Los procedimientos excesivamente burocráticos no solo ralentizan la gestión, sino que generan frustración y laminan la motivación. Si algo hemos aprendido en estas últimas semanas es que las personas que componen la UC tienen cosas importantes que decir. Y se les debe escuchar desde el Rectorado, ¡qué menos!
Y no nos engañemos, nuestro estudiantado no es peor que el de generaciones pasadas. Bien al contrario, es respetuoso, solidario y comprometido. Lo que pide es que se le escuche, que se arbitren formas de comunicación modernas y que se le den vías reales de participación en la toma de las decisiones que le afectan. No debemos permitir que nuestro estudiantado pierda el entusiasmo con el que llega a la UC. ¡Cuidémoslo!
Estos días de campaña dejan un sentimiento predominante, el deseo de cambio. La comunidad universitaria aspira a un liderazgo más democrático y eficaz, capaz de atender a sus necesidades y actuar con determinación y empatía.
Ello, acompañado de mayor transparencia y participación en la toma de decisiones y una mejora en la comunicación interna y externa. En un contexto donde las resoluciones parecen imposiciones lejanas y opacas, las personas que forman la comunidad quieren ser parte activa y valorada en los procesos de gobierno.
Las expectativas depositadas en estas elecciones deben ser tomadas como un mandato claro: escuchar, actuar y transformar. Es crucial que el próximo equipo rectoral tome en cuenta lo que ha oído durante la campaña y se comprometa a construir una universidad en la que la experiencia y la energía de cada persona sean tenidas en cuenta.
En esta insólita campaña, a caballo entre dos años y toda ella en periodo de exámenes, el cambio, construido desde el respeto a la institución, es más necesario que nunca. Nos jugamos los próximos seis años de la Universidad de Cantabria en el momento más trascendental del sistema universitario. Seamos parte activa del cambio.
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