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Cada individuo emplea los argumentos más socorridos que encuentra a su alcance para ajustar un objetivo al enfoque menos lesivo de sus intereses, por espurios que sean. No en vano, el razonamiento de la mente, con frecuencia limitado porque «quod natura non dat, salmantica non ... præstat» (Lo que la naturaleza no da, Salamanca no (lo) otorga), suele buscar de manera intuitiva atajos para alcanzar determinados fines. Aplicando el planteamiento al complejo universo de la política, tan presente hoy en cualquier conversación, encontramos infinitos referentes para el análisis frío. El más primario se centra en la simplificación de conceptos, el sutil reduccionismo intelectual de un hecho que a la especie humana le suele venir como anillo al dedo para no agotar sus neuronas. Todo sea por no pensar, esfuerzo titánico.

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