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Parece imprescindible modificar el Estatuto de Autonomía para establecer que, sea cual sea la composición del Gobierno, deberá existir obligatoriamente una Consejería del Tiempo. No lo digo como broma de 40º aniversario, sino con la misma seriedad que si me quisieran cobrar 30 euros por ... un café con leche. Sería más importante incluso que la Consejería de Economía o, ya puestos, que la mismísima Presidencia. Tanto, que habría que determinar que, en lo suyo de la temporalidad, la persona responsable del Tiempo tendría autoridad sobre la Presidencia. ¿No lo ve? Acompáñeme.
Empeñadas, como es su deber moral e interés electoral, en alegrar a los cántabros su alicaída vida económica, nuestras autoridades han organizado un programa de Porvenires Cántabros para animarnos. La verdad es que lo hemos agradecido muchísimo: La Pasiega, una moza de 16 años por fin con DNI urbanístico; el Mupac, que malas lenguas descifran como «Mucho Pagará Cantabria», pero a malas lenguas malos oídos; el AVE hasta Alar del Rey, siempre que el actual no haya llegado a emérito también; el TAP Santander-Bilbao, para recorrer en hora y pico de tren lo que hoy en hora y pico de coche; y el mapa de las zonas de exclusión eólica, donde se prohibirá taxativamente convertir viento en dinero. También se ha prometido en Torrelavega realizar la integración ferroviaria, pero aplazando otra vez más sus fechas: se presentará al concurso de Obra Más Aplazada de la Nación, con inmejorables pronósticos en las apuestas.
Además, leo en El Diario de Burgos novedades sobre dos obras fundamentales para conectar el centro y sur de Cantabria con el valle ibérico. La autovía A-73, Aguilar-Burgos, que vio inaugurado un tramo, sin embargo solo registró una ejecución presupuestaria del 2,24% para los otros cuatro. Y la autovía A-12, Burgos-Logroño, solo registró una ejecución del 8,5%.
Todo viene a parar a la misma pregunta: «Oiga, y esto ¿para cuándo?». Los años de retraso en todas estas inversiones significan ahora no solo que la utilidad social queda diferida e incluso discutible, sino que además las coyunturas presupuestarias harán imposibles incluso los calendarios ya demorados. La relajación de las trabas fiscales desde Bruselas empezará a desaparecer en 2023, y para 2024 se reclamarán planes de ajuste y recortes de gasto. Pero es entonces cuando Cantabria necesitará que se eche el resto desde el Estado.
En La Pasiega, es muy difícil que la zona empresarial y la futura estación intermodal funcionen antes de 2027, suponiendo (no poco suponer) que no haya interrupciones de financiación. El Mupac solo estará seguro cuando veamos firmado el documento financiero entre administraciones, y ello recordando que también lo de Torrelavega se firmó en 2018 y ni siquiera se ha licitado la obra cuatro años después. La ministra Mitma promete licitar los tramos de AVE Osorno-Alar a finales de este año. Así que se adjudicarán sobre mediados de 2023, con plazos de ejecución de en torno a tres años. En complaciente lógica estarán listos durante 2026. Pero para llegar de Alar a Reinosa no hay fechas. Será complicado que se adjudiquen antes de 2024 o 2025, por lo que la línea llegará a la capital campurriana hacia 2029. Esto, creando una tienda de mascotas solo con pulpos.
Respecto del tren con Bilbao, no es imaginable que, en las condiciones de otras inversiones y en el contexto presupuestario que se avecina, y sin fondos europeos, nadie vaya a invertir 2.500 millones de euros. Hace dos años escribí aquí que ese tren estaría para 2040 solo en el mejor (y más improbable) de los casos. Pero la verdad es que no se van a invertir 250 millones al año durante diez años en un tren Santander-Bilbao. No es creíble para esta mitad del siglo XXI en la que estamos, e insistir en ello será solo añadir una frustración más al catálogo de 'No Pudo Ser' de Cantabria. Es como un horizonte marino que siempre retrocede sin dejarnos ver nunca tierra firme.
El mapa de exclusiones eólicas implicará nuestra renuncia significativa a una fuente de energía renovable, y que se ha perdido un tiempo descomunal en tramitaciones de expedientes y molestias nasales a los vecinos de los municipios afectados. Y no vamos a mencionar los tiempos de posible aprovechamiento del área industrial de la cerrada Sniace. ¿Es todo esto razonable?
Espero que ya concuerde usted en que la Consejería fundamental de Cantabria, más aún que la Presidencia, debería ser la del Tiempo. Ya vamos tarde con ella. Que es la demostración de la mucha falta que hace.
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