Secciones
Servicios
Destacamos
Las recientes elecciones en Estados Unidos, que han aupado a Joe Biden a la presidencia del país tras un reñidísimo escrutinio, proporcionan a España otro de esos temas de conversación que acaban convertidos en autos de fe. La nuestra es una nación (con ... perdón) vieja y resabiada que conoce todos los peligros del mundo y a la que, al parecer, sólo los líderes autóctonos son capaces de engañar.
Al español le han dicho que Donald Trump encarna el último avatar del fascismo. Según el consenso audiovisual, el republicano ha sido el eslabón más novedoso en esa cadena que intensifica gradualmente las querencias conservadoras y que comenzó con Nixon, continuó con Reagan y tuvo la que hasta ahora parecía su manifestación más diabólica: George W. Bush, reconvertido hoy en autoridad moral para los progresistas.
Las preferencias de Trump y de sus seguidores chocan, sin embargo, contra dos elementos que quiebran las posibilidades de la 'alt-right' (derecha alternativa) como movimiento electoralmente competitivo. Por un lado, la unanimidad del discurso público que adopta el odio al magnate como cliché. Por otro, la obscenidad de su administración que lo ha llevado a alimentarse del nacionalismo más primitivo.
La derrota del presidente Trump apenas deja ver la llegada de Biden, un hombre de la burocracia demócrata, con cincuenta años -se dice pronto- de política en Washington y una personalidad sin estridencias que recupera, al parecer, el perfil centrista de su partido. Las aguas vuelven a su consensuado cauce, pero ¿qué hay de los millones de ciudadanos que se han quedado a un suspiro de darle a Trump un segundo mandato? ¿Servirá Biden para devolver el gusto por la moderación en los tiempos de la desmesura identitaria?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.