Anunciaba 'El Atlántico' el 15 de octubre: «Adelanta el expediente de expropiación de las fajas de terrenos particulares que ha de ocupar la empresa desde la calle de Tetuán hasta la Alameda de la Cañía. En este trayecto se han de expropiar 51 parcelas, cuya relación se ha presentado al Gobernador civil y esta autoridad la ha cursado por los trámites de la ley de expropiación forzosa». La relación de tales terrenos, con detalle de ubicación, propietarios, arrendatarios, etc., se publicó en el Boletín Oficial de la provincia de Santander el 24 del mismo mes. Dábase entonces un plazo de 20 días a los afectados para presentar reclamaciones, pero nadie lo hizo, en vista de lo cual la empresa designó a Manuel Casuso Hoyo, maestro de obras y agrimensor, como perito encargado de establecer las indemnizaciones pertinentes. Por su parte, el Gobernador interino de la provincia, Ramón González de la Peña, resolvió el 27 de diciembre (y fue publicado en el Boletín en esa fecha) «declarar la necesidad de la ocupación de los terrenos que han de expropiarse», dando ocho días a los posibles perjudicados para recurrir la resolución después de que les fuera notificada, y otros tantos a continuación para comparecer ante el alcalde de Santander y nombrar perito propio que les representase en la valoración de los terrenos que perdían, entendiéndose que si no lo hacían se conformaban con la que Casuso propusiera.
Un anuncio incluido en 'El Atlántico' del 10 al 12 de noviembre y que firmaba el representante de la compañía, Pablo Platón Abad, señalaba: «Esta empresa saca a concurso el suministro de 4.000 traviesas de roble, divididas en dos lotes de 2.500 y 1.500 con sujeción al pliego de condiciones que se halla de manifiesto en las oficinas de la misma, calle Wad-Ras número 3, principal. Las proposiciones deberán dirigirse en pliego cerrado al señor ingeniero director del tranvía a vapor 'Sardinero' antes del 24 del corriente, en cuya fecha se cerrará el plazo para su admisión». Y el 26 de ese mes era 'El Correo de Cantabria' el que comentaba que «en los pasados días de buen tiempo recibieron grande impulso los trabajos de construcción por el norte de la fábrica del gas», habiendo visitado los tajos de aquellas obras «muchísimas personas».
Durante las labores de perforación un obrero falleció y otro sufrió un fuerte golpe en la espalda, heridas en la mano y se rompió una pierna
Mediaba enero de 1891 cuando supieron los santanderinos que la empresa del nuevo ferrocarril se había puesto de acuerdo con la del tranvía urbano que funcionaba desde Puertochico hasta Peñacastillo «para combinar sus líneas y hacer servicio constante» de El Sardinero a Campogiro, según decía el día 16 'El Correo de Cantabria', que añadía: «A este fin ha quedado solicitada la oportuna autorización, haciendo la correspondiente reforma en el proyecto, para que la vía del ferrocarril que se construye, con paso bajo el Alto de Miranda, vaya a unirse con la del tranvía urbano en Puertochico. Esta solicitud ha pasado ya del ministerio de Fomento a informe de este gobierno de provincia». El 17 de febrero el Ayuntamiento de Santander sometió el plan a información pública, dando un plazo de veinte días para recibir posibles reclamaciones, y en sesión del 10 de abril autorizó la modificación del trazado. No obstante, se desecharía finalmente hacer el empalme de líneas en Puertochico, optándose por efectuarlo en la desembocadura de la calle del Martillo al Muelle. El Consistorio santanderino quedó enterado del permiso gubernativo y dio su visto bueno al mismo el 12 de febrero de 1892. Pero todavía en el Boletín Oficial de la provincia del 23 de abril siguiente, el gobernador Antonio Baztán Goñi otorgaba quince días de plazo a posibles perjudicados por la creación de «un apartadero en la calle del Martillo y empalme con la línea del tranvía urbano» para que presentaran alegaciones. El 17 de febrero de 1891 y mediante escritura pública otorgada ante el notario Máximo de Solano Vial e inscrita a continuación en el Registro Mercantil, Lino Corcho transfería definitivamente los derechos de concesión del tranvía de Tetuán a la sociedad que presidía César Pombo Villameriel. Acto seguido elevaron ambos una instancia al ministerio de Fomento para que ratificase dicha transferencia, lo que autorizó la Reina Regente el 19 de enero de 1892 y fue publicado en la 'Gaceta de Madrid' el 10 de febrero y en el 'Boletín Oficial de la provincia de Santander' el 22 del mismo mes.
Mucho antes, a principios de marzo de 1891, decía el 'Boletín de Comercio': «Ha quedado ultimado el contrato para el suministro de tres locomotoras de la casa Falcon, de Loughborough (Inglaterra), con destino al tranvía a vapor 'Sardinero', entre el ingeniero industrial Aníbal Colongues Klimt, como representante de los señores Julius J. Neville & Co. de Liverpool, y la Sociedad constructora de aquella línea».
Mientras tanto las obras del pasaje avanzaban, aunque Benjamín Cuevas, el hijo del contratista, hubo de imponer su autoridad sobre unos operarios «más dados, por lo visto, a la baraja que al pico y a la pala», según dejó escrito José Simón Cabarga. El 15 de abril de 1891 anunciaba 'El Correo de Cantabria': «La empresa del nuevo tranvía ha dispuesto que en los trabajos de explanación y en los de perforación para el túnel de Miranda, se trabaje día y noche a fin de que la línea pueda ser abierta el próximo verano». Vana esperanza, pues la terminación de las obras exigiría todavía un año más.
Algunas desgracias ocurrieron durante las labores de perforación. Parece que un obrero apellidado Navarro sucumbió víctima de accidente, y el 12 de julio de 1891, a las 6.30 de la mañana, sobrevino un desprendimiento de tierra en el túnel que afectó al operario Francisco Álvarez, de 49 años, natural de Silió, casado y padre de siete hijos, quien recibió un fuerte golpe en la espalda, se rompió la pierna izquierda y sufrió heridas en la mano derecha; los compañeros acudieron en su auxilio, pasando a la Casa de Socorro y de allí al Hospital.
Poco antes, el 20 de mayo por la mañana y según dijo 'El Atlántico', «se presentó en el cuarto de la guardia municipal un caballero manifestando que en una casa del paseo del Alta había caído una piedra de media libra de peso próximamente, procedente de un barreno de los que con frecuencia se hacen estallar en las obras de construcción del nuevo tranvía al Sardinero, rompiendo algunos cristales de un mirador, en el cual, por fortuna, no se hallaba nadie en aquel momento». La denuncia no era exagerada, pues dos días después comunicaba 'El Correo de Cantabria': «Ha sido multado con 25 pesetas el contratista de las obras del nuevo tranvía al Sardinero por haber disparado anteayer un barreno cuyas piedras rompieron algunos cristales en la casa del barrio de Miranda donde habita el síndico del Ayuntamiento don Lucas Zúñiga Serrano».
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