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Los microorganismos que causan infecciones en el ser humano pueden suponer un riesgo para los sistemas sanitarios y para la economía. Los estamos viendo ... con el nuevo coronavirus. Estos patógenos pueden clasificarse en base a su bioseguridad, es decir, su capacidad para causar enfermedad, el riesgo que tiene su manipulación en el laboratorio y la capacidad de contagio a la población. Dependiendo de su potencial patogénico, los microorganismos se incluirán en los Grupos de Riesgo 1 (GR1), GR2, GR3 o GR4.
En el Grupo de Riesgo 1 figuran los microorganismos que no están asociados a ninguna enfermedad en individuos sanos (hombres o animales), o que bajo circunstancias normales no causan enfermedad. En el Grupo de Riesgo 2 están los microorganismos que pueden causar una infección, pero contra los que habría un tratamiento efectivo y unas medidas preventivas que hacen que el riesgo de dispersión a la comunidad sea limitado. En esa categoría está el virus de la gripe. En el Grupo de Riesgo 3 están los microorganismos que pueden causar una infección seria y/o mortal y se pueden transmitir entre personas, pero contra los que podría haber algún tratamiento efectivo contra la infección que causan.
En el Grupo de Riesgo 4 están los microorganismos que causan normalmente una infección seria y/o mortal, que se transmiten fácilmente entre personas y contra los que no hay ningún tratamiento disponible. En ella estaría por ejemplo el virus ébola, mortal, muy contagioso y frente al que no hay un tratamiento disponible.
Si estamos hablando de un virus, por un lado debemos conocer el nivel de contención que necesitamos para «contener» ese virus; una serie de barreras físicas para que un virus no se «escape» y contamine al personal que trabaja con él, ni tampoco pueda escapar al ambiente e infectar a otras personas. Y por otro lado tenemos los elementos de protección individual (EPI), y la manera en la que se trabaja con ese virus. Los procedimientos de trabajo son los movimientos para la manipulación correcta del virus y las actuaciones encaminadas a que no ocurra un accidente en el laboratorio. Por ejemplo desinfectar las superficies que han podido estar en contacto con el virus, la manipulación de reactivos de laboratorio y la propia colocación o retirada de los EPI. Por lo tanto, cada categoría de seguridad biológica indica un nivel de contención, unos EPI y una manera de trabajar distinta.
Tras la aparición y dispersión del virus SARS-CoV y de su hermano MERS-CoV, estos se clasificaron como virus del GR3. No se incluyeron en el GR2 por su facilidad para infectar, pero tampoco se incluyeron en el GR4 (el más peligroso) por su moderada tasa de letalidad. Por ejemplo, el virus ébola tiene una tasa de letalidad de entre el 30% y el 90% mientras que el SARS-CoV tuvo una tasa de letalidad de entre el 1% y el 50%. El SARS-CoV-2 se ha clasificado también como patógeno del GR3. Esto quiere decir que los científicos que trabajaran con este nuevo virus en el laboratorio deben tener en cuenta las medidas de bioseguridad apropiadas para la categoría 3. Fuera de los laboratorios, el personal que trabaja con personas portadoras del virus deberá realizar unos procedimientos de trabajo como si estuvieran trabajando con un patógeno de nivel 3; aunque una residencia de mayores o un hospital no sean un laboratorio de investigación.
La actuación del personal sanitario viene definida en parte por los protocolos que ha dictado en su correspondiente documento técnico el Ministerio de Sanidad: 'Prevención y control de la infección en el manejo de pacientes con Covid-19'. El problema es que este documento técnico nos lleva a un real decreto de 1997, en el que se clasificaba a los 'coronavirus' solo en la categoría 2.
Este virus es más infectivo que el ébola (número de reproducción R mayor) y tampoco hay un tratamiento eficaz contra la enfermedad que causa. Pero, veamos qué dice nuestra legislación. Según el artículo 3 del Real Decreto 664/1997 (12 de mayo), sobre la protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes biológicos durante el trabajo, se define como agente biológico del grupo 4, aquel que causando una enfermedad grave en el hombre supone un peligro para los trabajadores, con muchas probabilidades de que se propague a la colectividad y sin que exista generalmente una profilaxis o un tratamiento eficaz.
Si seguimos esta definición, el nuevo coronavirus es un patógeno de clase 4 y habría que dotar a todos los sanitarios y a los cuidadores de las residencias de mayores de EPI que garanticen la máxima protección posible, y habría que adoptar medidas más drásticas para frenar el contagio, tanto de protección individual como colectiva. No estoy diciendo que creemos laboratorios de clase 4 en los hospitales y residencias, sino que los procedimientos de trabajo y la utilización de EPI de calidad se optimicen al máximo para garantizar que los profesionales no se contagien. Una cosa es que no sea tan letal (número de fallecidos versus número de diagnosticados) y otra es que se propague por todo el planeta dejando centenares de miles de fallecidos.
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