Entre la continuidad y el cambio de ciclo
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ANÁLISIS ·
En tiempos convulsos de pandemia y guerra, los partidos cántabros intentan preservar sus liderazgos para las elecciones, que pueden ampliar las opciones de gobernabilidadL a clase política de Cantabria luce más robusta que nunca, según apuntan los observadores que aliñan sus reflexiones con unas buenas dosis de ironía. En los tiempos más convulsos de la historia moderna, sin salir todavía de una pandemia de proporciones inéditas, larga y ... destructiva, y en medio de una guerra de imprevisibles consecuencias, las señales son las de una nueva era, pero los partidos cántabros no se dejan impresionar. Todos ellos o la mayor parte están dispuestos a afrontar las elecciones con los mismos candidatos que presentaron en la última cita con las urnas. Lo mismo los del Gobierno que los de la oposición. Lo mismo Revilla, diez convocatorias consecutivas, que los que debutaron en el cartel electoral en 2019. Por no hablar de la inmensa mayoría de los 102 alcaldes, dos tercios de los cuales están arropados por mayorías absolutas. O sea, todo en orden. La política cántabra se acoge a la quinta regla de San Ignacio de Loyola: en tiempo de tribulaciones, no hacer mudanza. Empieza la cuenta atrás de un año para las elecciones que pondrán a prueba la continuidad de los liderazgos partidarios y también la vigencia del largo ciclo de la coalición PRC/PSOE-cuando cumpla16 de los últimos 20 años instalada en el Gobierno regional.
Todos los líderes han de cumplir algunos trámites internos antes de entregarse a tiempo completo a la campaña electoral. Mientras María José Sáenz de Buruaga (PP), Pablo Zuloaga (PSOE), Félix Álvarez (Ciudadaanos) y Cristóbal Palacio deben ver confirmadas sus candidaturas por sus partidos, el presidente Revilla sólo responde ante sí mismo. Hay que esperar a que desvele su decisión de concurrir a las elecciones de 2023, por undécima vez en 40 años, un asunto vital para el regionalismo y para todos los partidos, que conviven con esa incertidumbre al menos desde 2007.
Dice el fundador del PRC que terminará de deshojar la margarita en otoño, o sea, un poco antes del congreso que el partido celebra a finales de cada año preelectoral para aclamar a su líder y candidato vitalicio. Así pues, Revilla dedicará el verano a revisar cómo anda de sus achaques de salud, de los que habla sin tapujos, y a tomarle la temperatura en actos institucionales y fiestas populares al electorado al que lleva pidiendo el voto desde hace cuatro décadas.
Revilla ha tenido, tiene todavía, la oportunidad de cerrar brillantemente una larga carrera política después de haber logrado su primer e incontestable triunfo en las elecciones de 2019, cuando fue el candidato autonómico más votado en 82 de los 102 municipios regionales y el PRC fue ungido como primer partido en el Parlamento y en el conjunto de los ayuntamientos.
Pero, la verdad, al día de hoy Revilla no tiene la pinta de querer irse para casa, sino más bien de afrontar una vez más la siempre arriesgada misión de examinarse en las urnas, y esta vez con 80 años cumplidos. Ya no le quedan retos factibles por superar, sólo puede empatar contra sí mismo. A él le encanta la política y su partido necesita mantenerle como estandarte si quiere repetir victoria, más justa que holgada, tal como sugiere el exhaustivo estudio de opinión que el PRC encargó hace unos meses. Por lo demás, el líder regionalista ha preferido prolongar la expectacion, tampoco ha preparado el relevo. Mal se tiene que ver en los próximos meses para pasar voluntariamente a retiro.
A la espera de la buena nueva del gran jefe, el regionalismo presume en foros y corrillos que, después de los comicios de 2023, seguirán en el Gobierno de todas todas, seguramente como partido mayoritario, y a lo mejor con un nuevo socio, el PP. El cambio de ciclo político del que tanto se habla, pero es pura especulación. El PRC de Revilla ha cohabitado con el PSOE de Dolores Gorostiaga y de Eva Díaz Tezanos con más sintonía y comodidad que con Pablo Zuloaga. Sospechan en la cúpula regionalista que la líder popular, Sáenz de Buruaga, sería una vicepresidenta más llevadera para el presidente Revilla. No dirían lo mismo si se tratara de Íñigo de la Serna. En cualquier caso, para el PRC el PSOE es un partido más pequeño y manejable que el PP, que le disputa la hegemonía.
En primavera, habría que evaluar el rumbo de la política nacional. Si todavía hay Sánchez para rato, como auguraba Revilla no hace tanto, o a Núñez Feijóo se le está poniendo cara de presidente. Eso si para entonces sigue vigente la actual legislatura.
Pablo Zuloaga no quiere cambios. La disyuntiva que formula es como la de Pedro Sánchez: sólo hay dos posibilidades, o un Gobierno progresista con el PSOE a bordo, o una coalición de la derecha y la extrema derecha. Sin embargo, el paisaje cántabro es bien distinto: PP y Vox, con o sin Ciudadanos, tienen bastante complicada una mayoría parlamentaria, pero al eventual pacto de PRC y PP le sobrarían muchos escaños para gobernar. Eso sería terrible para el socialismo, desalojados a la intemperie de la oposición en el Ejecutivo y en buena parte de los ayuntamientos que hoy gobiernan.
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