Secciones
Servicios
Destacamos
En la desagregación por regiones del barómetro del CIS del pasado noviembre, Cantabria aparece como uno de los territorios donde el recelo hacia el estado autonómico es mayor. Sólo un 35% de los encuestados opta por mantener el sistema actual; un 45% desea menos ... competencias para las autonomías o incluso un estado centralizado; y solo un 10% quiere autonomías más amplias o la posibilidad de que se autodeterminen. Las respectivas medias en España son, por comparar, 39%, 31% y 23%. También aparecemos, con las dos Castillas y Valencia, como una de las comunidades donde más gente se siente «solo española», sin adherencia al gentilicio regional.
A fin de evitar desmayos, advertiremos que esta desagregación toma una muestra pequeña y que el margen de error es grande. Curiosamente, la muestra parece escorada hacia los electores de Podemos, en perjuicio del PSOE. En cualquier caso, sería temerario tomarlo como otra cosa que como signo de un cierto malestar de fondo de los cántabros. El estado autonómico no nos ha salido tan bien como pensábamos; al menos esa es una sensación que existe en sectores no desdeñables de nuestra comunidad. Se trata, por supuesto, de mejorar lo mejorable, pero ignorar el asunto no servirá para arreglarlo.
Mi impresión es que tiene que ver, más que con la política, con la economía. La Contabilidad Regional de España recién actualizada por el INE nos revela que, en lo que llevamos de siglo, el PIB por habitante del País Vasco ha crecido 12.039 euros; el de Castilla y León, 8.005; el de Asturias, 7.775; y el de Cantabria, 6.605. Es decir, hemos evolucionado en el largo plazo (2001-2017) peor que nuestros tres vecinos en este indicador fundamental, lo que se traduce en dificultades materiales para muchos hogares y pequeños negocios.
Quizá nuestro autogobierno esté en unos momentos que requieren mucha más efectividad en el plano del desarrollo económico, so pena de que el disgusto se extienda y el personal, entre la espada y la pared, opte por reformas drásticas del marco institucional. Una divergencia creciente en PIB per cápita no puede justificar las bondades autonómicas. Una convergencia sí lo haría, pero para ello se necesitan instrumentos que la procuren. La visión de lo que va de siglo nos indica que sólo en muy contadas ocasiones nuestra economía ha crecido, y bien ligeramente, por encima de la media nacional. La norma ha sido crecer menos, y también crear menos empleo. La gran pregunta sobre 2019 es si será un año cuyas decisiones permitan esbozar la convergencia. Se lo deseo muy feliz.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.