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Corren malos tiempos para los co-razones viejos, como el nuestro, que tiene más de 500 años de antigüedad y no sé si podrá resistir mucho con el flujo enlentecido y la tensión por las nubes (Dr. Revuelta, 'Corazón contento, Corazón sano', podcast cardiología): el ... flujo de la economía y las tensiones políticas pueden hacer que salte por los aires. Porque, con decenas de leyes ideológicas, pretenden cargarse muchos de nuestros principios, de nuestros valores, de nuestras ilusiones, -siempre hay alguna debajo de la almohada- y, sobre todo, la familia, que parece ya una obsesión. Obligan (o quieren obligar) a mencionarla siempre en plural, «familias», porque hay muchas clases según dicen.
También están empecinados en la monarquía, pretendiendo comprometerla. Esa monarquía constitucional y parlamentaria que nos hemos dado, que votamos, que tanta importancia tuvo en tiempos de La Transición, sin los rencores ahora reaparecidos.
Estos días vivimos una nueva afrenta en el cumplimiento de la hoja de ruta malintencionada: otro feo a nuestro rey Felipe VI por parte del presidente del Gobierno durante el acto de inauguración del AVE a Murcia -¡qué envidia de tren!- aunque bien sabemos que se hace «afrentador» aquel que puede, no el que quiere. Además ya todos conocemos la templanza, la flema, de nuestro Rey Felipe VI, que, aunque alguno le llame 'chaval' desde Compromís o desde algún otro feudo del nuevo comunismo, no lo es en absoluto. Tiene la piel gruesa después de tantos avatares que le mostró la vida que vivió desde que era niño, incluido el 23-F, desde el despacho de su padre, al que tanto debemos a pesar de los pesares.
La verdad es que estamos esperando que se le dé al presidente un rapapolvo por sus permanentes ataques a la Constitución tal y como el que el Rey tuvo que pronunciar aquel 3 de octubre de 2017 y que todavía hoy se recuerda en Cataluña tras el pretendido golpe de Estado de los separatistas y que tanto agradeció el pueblo español.
Confío en que Don Felipe, que sabrá elegir como siempre el mejor momento, le pare los pies al presidente Sánchez y sin tener que meterse en política, que no le corresponde, transmita que en el tiempo que le quede en La Moncloa -no será mucho- deje de cambiar las leyes a su antojo, que es medida indispensable para la salud de nuestra Constitución, a la que queremos con 'brillo de fósforo' que decía Aleixandre, y para el corazón de los españoles, que puede acabar dilatado si la tensión no cede mientras bombea.
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