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«Más cornadas da el hambre» resume la historia de los que venían de la miseria y se la jugaban en el ruedo. El ... Espartero, autor de la frase, encontró la muerte entre los pitones de Perdigón, «un toro miureño de la antigua casta», según las crónicas de la época. Hace justo un siglo, Bailador, negro y de escaso trapío, cornicorto y burriciego, le puso lápida a Joselito el Gallo, el rey de los toreros. «Una última voz -toro-, / un gesto esquivo, un golpe seco, un grito, / y un arroyo de sangre, arenas de oro, / que se lleva -ay, espuma- a Joselito», en poema de Diego. Son toros de Átropos, como Granadino, que mató a Ignacio Sánchez Mejías, Avispado a Paquirri o Islero a Manolete. Un modo de comprender España está en declive, corneado por el virus y los bajonazos políticos.
Iberia es piel de toro, y Cantabria es taurina en la semana de Santander; en Santoña, escenario de la última corrida; en las novilladas de Ampuero y en la plaza portátil de Polaciones, aunque vivamos el tiempo difícil del crepúsculo del matador y de una fiesta a la que el independentismo puso la cruz por nacional y española. El mismo Gobierno al que apoyan los herederos de ETA -Alfonso Guerra lo califica de «acuerdo despreciable»- es cómplice hoy de una nueva trama con su aval indecente a la postergación del idioma común en las partes de España. No soy fan de la tauromaquia, y el cupo lo tengo cubierto desde que vi en directo, a un palmo, a Curro Romero y a Rafael de Paula, pero su lenguaje forma una parte tan esencial de nuestro patrimonio que lo entienden incluso los antitaurinos radicales.
El mundo del toro se hace inmortal porque vive en el habla. Cualquier español ha utilizado alguna vez expresiones tales como no hay quinto malo, hasta el rabo todo es toro, estar para el arrastre, a toro pasado, a mí no me torean, a las primeras de cambio, dar la alternativa, acoso y derribo, entrar a matar, pinchar en hueso o desplante. Hay quien se crece al castigo, la mete hasta la bola, coge al toro por los cuernos, echa un capote, da largas o se pone el mundo por montera. Nadie ignora el significado de lleno hasta la bandera, cortarse la coleta, estar hecho un toro, entrar al trapo, parar los pies, primeros espadas, cambio de tercio, ver los toros desde la barrera y cientos más. Así, cuando vuelvan los paseíllos, suerte, vista y al toro para salir por la puerta grande.
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Ana del Castillo
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