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Las cornadas del hambre y de la política

Asistimos al declive de una forma de entender España, pero el toreo no muere porque vive en el habla

Viernes, 20 de noviembre 2020, 07:23

«Más cornadas da el hambre» resume la historia de los que venían de la miseria y se la jugaban en el ruedo. El ... Espartero, autor de la frase, encontró la muerte entre los pitones de Perdigón, «un toro miureño de la antigua casta», según las crónicas de la época. Hace justo un siglo, Bailador, negro y de escaso trapío, cornicorto y burriciego, le puso lápida a Joselito el Gallo, el rey de los toreros. «Una última voz -toro-, / un gesto esquivo, un golpe seco, un grito, / y un arroyo de sangre, arenas de oro, / que se lleva -ay, espuma- a Joselito», en poema de Diego. Son toros de Átropos, como Granadino, que mató a Ignacio Sánchez Mejías, Avispado a Paquirri o Islero a Manolete. Un modo de comprender España está en declive, corneado por el virus y los bajonazos políticos.

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