Contra coronavirus, unión de Europa
ALBERTO GATÓN VICARIO EPISCOPAL DEL MINISTERIO DE DEFENSA
Lunes, 27 de julio 2020, 07:13
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ALBERTO GATÓN VICARIO EPISCOPAL DEL MINISTERIO DE DEFENSA
Lunes, 27 de julio 2020, 07:13
El nueve de mayo de 1950, sólo cinco después del final de la Segunda Guerra Mundial, con la 'Declaración Schuman' los pueblos de Europa se unieron para jamás volver a desencadenar un tercer conflicto mundial. El pasado nueve de mayo del dos mil veinte, una ... Europa que debía celebrar hermanada y en paz el setenta aniversario de la 'Declaración Schuman' combatía la tercera guerra mundial contra los turbios orígenes y feroz epidemia del coronavirus. Cruzada de ciencia y fe contra este enemigo microscópico y letal, que la humanidad no vio venir y nos ha sitiado para no marchar. Alianza que simboliza en nuestro globalizado planeta cómo todos los países hemos de desafiar unidos este combate. Y, los primeros, los pueblos de Europa.
Unión europea que después de dos guerras mundiales nació para que nunca la sangre de nuestros muertos vuelva a sembrar de rojo sus fértiles tierras y laboriosas aldeas. Frente al odio y la muerte por el ansia de poder del hombre sin Dios la Comunidad Europea se gestó por el amor cristiano hecho solidaridad en la cita de Schuman que encabeza estas líneas. Schuman, quien con Adenauer, De Gasperi y Monnet por amor a la humanidad unieron Europa desde la solidaridad económica que emana de los valores del cristianismo. Amor y justicia germen de la paz universal por el justo reparto de los bienes y recursos de la humanidad. Y no sólo en Europa, porque Schuman, anticipándose cincuenta años a la 'Millennium Declaration' y sus fracasadas metas, estableció que por solidaridad universal «la producción se ofrecerá a todo el mundo sin distinción ni exclusión, para contribuir al aumento del nivel de vida y al progreso de las obras de paz».
Reconstruir material y espiritualmente sus devastadas sociedades por la Segunda Guerra Mundial fue una conquista heroica y sacrificada que incrementó el bien común sustentado en la fraternidad, la voluntad y la organización. Tres principios posibles por la ética cristiana, la filosofía griega y el derecho romano, que son los instrumentos emocional, racional y práctico que forjan Europa. Y cuyos buenos frutos son, por ejemplo, el mercado único y la supresión de sus fronteras, un gobierno representativo, una estrategia industrial coordinada, el euro, el marco financiero plurianual o la eficacia de sus organismos. Y, por fortuna, el acuerdo económico al que han llegado los veintisiete líderes de nuestra Unión para la recuperación económica por los estragos de esta epidemia en Europa, al tiempo que se ha aprobado el presupuesto europeo dos mil veintiuno a dos mil veintisiete.
Un acuerdo necesario para la pervivencia de Europa que emana de sus valores cristianos de solidaridad económica e identidad supranacional como su esencia y naturaleza. No lograr este pacto financiero hubiese supuesto una nueva traición demagógica a su historia y razón de ser, y un casi un certificado de muerte de su existencia, porque Adenauer defendió en sus 'Memorias' el humanismo cristiano como naturaleza de la unión de Europa. Y en 'Pour l'Europe' Schuman postuló la solidaridad cristiana como esencia de la identidad y hermanamiento de sus naciones.
Lo que no lograron la crisis del 2008, el rescate de Grecia del 2010, las discrepancias migratorias o el 'Brexit', lo pudo conseguir esta pandemia si Europa no hubiese permanecido unida en la batalla contra el coronavirus. Porque cuando Europa olvida que sólo la solidaridad que gestó su unión sostiene su alma y garantiza su pervivencia en la historia, entonces el individualismo ciudadano y social, el egoísmo de instituciones y gobiernos, la confrontación diplomática por los eurobonos, el mercantilismo del norte, el irresponsable uso del sur de los fondos recibidos, o la mediocridad de sus líderes ponen en riesgo su existencia.
Contra esta pandemia Europa requería más que nunca compartir su solidaridad, identidad y unidad, no sólo para acabar con el covid-19 sino porque con la batalla por la salud de nuestras familias y sociedades afrontamos el combate material de la normalización de mercados, industrias y puestos de trabajo. La Comunidad europea debía derrotar esta pandemia desde la ética cristiana de la que recibe su fuerza y conseguir este complicado pacto económico. Y después de vencer al coronavirus, y llorar a nuestros seres amados muertos, nuestra Europa, unida por la identidad y la solidaridad, tornase al progreso laboral y económico arrasados en esta crisis.
Por estos motivos financieros derivados del humanismo cristiano, qué buena noticia el acuerdo económico de la Unión europea contra esta epidemia. Frente a la maldad universal condensada en un microscópico virus, bienvenida esta victoria de la bondad del ser humano hecha Unión de los pueblos de Europa.
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