Secciones
Servicios
Destacamos
Una de las grandes falacias existentes en el ámbito del empleo público y, sin embargo, tan presente en nuestro sistema, es la que vincula productividad ... con presencia efectiva en el puesto de trabajo. Cuanto mayor sea la presencia mayor será el rendimiento de nuestro personal. Nada mas lejos de la realidad. Hoy en día, la definitiva implantación de la llamada Administración Electrónica, que, salvo excepciones en ámbitos concretos, realmente sólo existe en el texto de las leyes, ofrece una oportunidad única para implantar de modo real y efectivo herramientas de tele trabajo en sector público. Poco han avanzado las administraciones en este ámbito, teniendo presente que permite una mayor y mejor conciliación de la vida laboral y personal y un notable ahorro de costes en gastos corrientes que tanto condicionan la capacidad inversora y de generación de riqueza. Ahora bien, el trabajo a distancia, desde casa para entendernos, reabre instrumentos y técnicas absolutamente inéditas en la mayoría de las administraciones como el trabajo por objetivos, susceptibles de medición, independientemente del tiempo de trabajo presencial, el de la evaluación del desempeño, procedimiento mediante el cual se mide y valora la conducta profesional y el rendimiento o el logro de resultados por el empleado público, o el llamado salario emocional, imprescindible para atraer o bien retener, según los casos, el talento. Seguramente, de poner en marcha estos conceptos se conseguiría un notable plus de eficacia y eficiencia, principios constitucionalmente consagrados, y que resultan inherentes a la organización y el funcionamiento de las organizaciones públicas.
La pandemia, tan brutal que estamos padeciendo, junto a otras cuestiones mucho más relevantes, ha puesto en evidencia la falta de adaptación de la mayoría de nuestras administraciones a las oportunidades que la tecnología pone a su alcance. No hace falta tener un conocimiento cabal de la realidad administrativa para cerciorarse o al menos intuir, que miles de nuestros empleados públicos, por falta de adaptación de sus puestos de trabajo al entorno tecnológico, durante el periodo de confinamiento, no están desarrollando el ejercicio de sus funciones y, sin embargo, van a percibir sus retribuciones sin merma alguna. Ese dato, sin duda, además de desalentador resulta absolutamente injusto y discriminatorio, en relación a los miles de trabajadores tanto por cuenta propia como ajena, del sector privado, que sufren directamente vía ERTE, despidos o forzosos ceses de su actividad las consecuencias sociales de la crisis sanitaria que vivimos. Y también, es más que injusto, con aquellos servidores públicos del ámbito sanitario que han dado evidentes muestras de rigor, profesionalidad y probidad en su quehacer diario intentando salvar vidas.
Por ello, resulta urgente, que se den los pasos necesarios para implantar, utilizando las herramientas que la tecnología nos brinda, la cultura del esfuerzo y de la corresponsabilidad. Soy consciente que los resultados de estas medidas no son a corto plazo. Que los réditos inmediatos desde el punto de vista político no se llegan a visualizar. Pero también, debemos exigir altura de miras dado que el futuro de la misma supervivencia de muchas entidades públicas, exigen su adopción de modo indefectible. Me encantaría que, desde hoy mismo, con una visión de futuro de lo que debe ser nuestra administración en pleno siglo XXI y de lo que se espera de nuestros servidores públicos, alguien fuera más allá del cortoplacismo, fijara una ruta clara y concisa y apostara, en definitiva, por redimensionar las estructuras administrativas, reforzando e incrementando el capital humano y su modo de trabajo, allí donde realmente es necesario y suprimiera su presencia donde resulta a todas luces innecesario.
Quizás, el Covid-19 y la subsiguiente crisis económica que se avecina, se presenta como una adecuada excusa, para apostar por un sector público fortalecido en lo esencial y disminuido en lo accesorio. Para introducir la cultura del esfuerzo, de la medición real de la evaluación del desempeño de los empleados públicos y de vincular sus retribuciones complementarias al efectivo logro de objetivos, al margen de sistemas cerrados en sí mismos y de una excesiva burocracia que, en ocasiones, se presenta como el principal escollo para la preservación del interés público. Ahora sí, en este sistema no puede tener cabida el café para todos. Aviso a navegantes.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.