¿Quién se lo creía?

Sucede conceptualmente con este asunto lo mismo que, en comparación, con otros que convierten la convivencia en sinónimo de cabreo: el vecino que pone alto el volumen del televisor por la noche y molesta a los demás; el conductor que aparca el coche en una acera mientras espera que el nene salga del cole y a los peatones que les den tila; el paseante que tira un papel al suelo, cuando abundan las papeleras; el insensato que se pone a cruzar una calle de tráfico intenso, teniendo cerca un semáforo...

Podría seguir añadiendo ejemplos y ejemplos de conductas de similar calado que cualquiera puede ver/padecer. ¿Vamos a confiar en que con tal perfil de ciudadanos sepa comportarse la sociedad, en bloque, como debería hacerlo? ¿De repente? ¿De la noche a la mañana se iba a convertir en disciplinada por el coronavirus? ¿Quién se lo creía? La permisividad que tan a menudo aplican los gobernantes para no afrontar con valor la desagradable solución de los grandes problemas, siempre perjudica al colectivo y deriva en que paguen justos por pecadores. Siempre.