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La intensidad energética es un parámetro que vincula el consumo de energía eléctrica de un país y su PIB, siendo un indicador de las unidades de consumo energético necesarias para producir una unidad de riqueza. Es reflejo del avance de una sociedad en el uso ... de la energía. Estos valores son expresados como cociente entre el consumo interior bruto de energía y el PIB.
En el año 2019, países como Dinamarca registraron una intensidad energética de 62,4 mientras otros, como Bulgaria, reportaron valores de 396,4. Nuestro país registró un valor de 113, en línea con la media de la Unión Europea.
Nuestra región, junto a las vecinas Asturias, Galicia o el País Vasco, concentra algunas de las industrias del país con mayor intensidad energética y, en especial, de energía eléctrica. Son las denominadas industrias electrointensivas, que se caracterizan por procesos industriales maduros y eficientes. Algunas industrias electrointensivas de Cantabria utilizan en sus plantas las denominadas Mejores Técnicas Disponibles (MTD), acorde con las publicaciones técnicas del Panel Internacional para el Cambio Climático, el IPCC. Pero ven como su competitividad decae por el comportamiento del mercado energético eléctrico en los últimos meses. La situación es muy preocupante. No está claro que sea coyuntural y no hay indicios a corto plazo de que los precios vuelvan a márgenes anteriores.
Para buscar las causas inmediatas de esta situación, tendremos que fijarnos en el mecanismo de fijación del precio: la casación. Simplificando, la casación es el mecanismo de cruce de oferta y demanda que se realiza de forma diaria, dada la peculiaridad de la energía eléctrica de ser difícilmente almacenable y que obliga a que producción y consumo diario sean iguales. Así, a diario, el mercado parte de una demanda que es cubierta de forma progresiva por las diferentes tecnologías de producción, empezando por la más barata y terminando de cubrir la demanda por la más cara disponible. El precio final de toda la energía puesta en el mercado será el último en entrar que, en la situación actual de mercado, está siendo la tecnología basada en el uso del gas natural como combustible en las plantas de generación eléctrica.
La confluencia de los altos precios del gas natural en el mercado internacional y el aumento del coste de las emisiones de anhídrido carbónico, provocan que el precio de la energía se haya disparado. A corto plazo, nuestro Gobierno tiene escaso o nulo margen de maniobra, ya que no puede modificar unilateralmente el mecanismo de casación. Y no es en el corto plazo donde hay que buscar las causas de la actual situación, sino en el pasado reciente de nuestro país y, concretamente, en la evolución de la estrategia energética de los últimos 10 años.
La inseguridad jurídica causada por una política errática en energías renovables, provocó la huida de inversores internacionales, lo que se unió a la escasa capacidad inversora interna. Se da la paradoja de que el recorte aplicado en su día a las primas a las renovables, tiene que ser abonado pasados los años, en forma de sanción de la Unión Europea. El recorte de las primas se ha traducido en multas, inseguridad jurídica, desprestigio del Estado y una falta de profundización en nuestra independencia energética.
Por otro lado, el Shale-gas fue criminalizado por todas las instancias políticas, estatales, autonómicas y municipales, contra toda evidencia científica, marginando en el año 2012 una de nuestras escasas bazas para avanzar en la independencia energética. En 2013 era nula la literatura científica, con revisión por pares, en la que se demostraran los presuntos efectos nocivos, sobre la salud o el medioambiente, de la extracción del 'shale-gas'. Quizás preguntándonos quién está saliendo beneficiado en la actualidad del aumento del precio del gas natural, sepamos por qué hoy no extraemos 'shale-gas'.
El futuro pasa ineludiblemente por la disminución de la intensidad energética, profundizando en la eficiencia energética y la especialización de la economía en sectores de mayor valor añadido.
La contención del precio de la energía pasa, asimismo, por la potenciación de las energías renovables, con un horizonte temporal de ejecución razonable a medio plazo.
La potenciación de la energía nuclear tiene varios inconvenientes, entre los que no es el menor el plazo de ejecución de una central nuclear o la capacidad de la red para albergar la potencia nuclear en los períodos de baja demanda. Entretanto, las electrointensivas y el tejido industrial asociado sufrirán el agravio comparativo con otras economías más competitivas energéticamente.
Es necesario aprender de los errores cometidos. Eficiencia energética que reduzca la demanda, inversión en procesos de menor intensidad energética, independencia energética y potenciación de las renovables, han de ser los pilares de una auténtica estrategia energética que permita controlar los precios de la energía eléctrica en el futuro. Desgraciadamente, esto no se logra en cuatro años.
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