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Crónica de un después

El valor de los textos de Ricardo Hontañón no estaba en la explicación de lo que ocurría en el escenario sino en su fe en la música para romper límites

Marta San Miguel

Santander

Jueves, 7 de noviembre 2019, 07:19

Algunos periodistas medimos el tiempo por el número de palabras. Por ejemplo, un texto de mil palabras tiene la duración de un concierto para piano y orquesta. Sus tres o cuatro movimientos, si tecleas rápido y tienes claro lo que quieres decir, te acompañan hasta ... completar una doble página del periódico. Las crónicas de Ricardo Hontañón tenían la duración de las sonatas; la misma extensión, pero también el riesgo de lo concreto. Dicen que es el género donde se extrae lo esencial de la armonía, donde no cabe el error porque no hay nada alrededor para disimularlo. En una orquesta, un desliz de la viola o la entrada tarde de un fagot puede verse diluida, pero en una sonata, lo que hay que decir, se dice. Y Ricardo Hontañón nos contaba así los conciertos desde hacía décadas, con una breve melodía que nos llegaba al correo electrónico cada tarde.

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