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La sensibilidad hacia el patrimonio despierta cuando se conoce su valor histórico, como documento que testimonia formas de vida pretéritas. Más allá de su valor artístico, su aprecio descansa en el «placer de entender» cómo unas antiguas ruinas son capaces de transportarnos a otra ... dimensión en el tiempo y nos ayudan a imaginar cómo fueron los lugares donde hoy vivimos. Hace falta conocimiento para que surja esta emoción, que nos permite apreciarlo y disfrutarlo, y nos impulse a cuidarlo y protegerlo. Solo así se entiende la necesidad de preservarlo para que generaciones futuras puedan seguir disfrutándolo.
La ignorancia es el mayor enemigo del patrimonio, más allá de la falta de recursos económicos. Desconocer su valor conlleva su menosprecio, no dedicar el mínimo esfuerzo en mantenerlo, y su pérdida irremisible. Nuestros responsables políticos son los primeros que deberían estar debidamente formados e informados para apreciar los valores de cualquier Bien Cultural, pues tienen la responsabilidad de defenderlo y no dilapidarlo.
En nuestra región no tenemos grandes catedrales, ni señoriales alcázares, pero poseemos un extenso patrimonio cultural con cavernas, yacimientos arqueológicos, casonas, palacios, iglesias, torres, puentes, ermitas, casas en hilera, etc. Proteger todo no es fácil, siendo prioritaria su catalogación. Sin esta premisa resultaría imposible cuidarlo como merece. Los catálogos de patrimonio de cada municipio, y con carácter más selectivo a nivel regional, marcan la base del reconocimiento institucional y la consiguiente reglamentación para su conservación.
El reciente temporal ha derrumbado parte de uno de los muros de las ruinas de la antigua torre medieval de San Telmo, en Ubiarco, municipio de Santillana del Mar. Son los restos de una torre vigía de pescadores y navegantes, que avisaba de peligros procedentes del mar. La actual ruina asentada en el acantilado próximo a la ermita de Santa Justa, tan bella como evocadora, ha sido frecuentada, fotografiada y pintada por caminantes y artistas. Estábamos avisados, era evidente que esto ocurriría si no se tomaban ciertas medidas para consolidar la ruina. Una operación relativamente sencilla y económica hubiera evitado este triste descalabro, porque actualmente tenemos los medios técnicos para haberlo evitarlo.
La inacción en la salvaguarda del patrimonio es dejación de funciones, y ahora no vale decir que es una pena lo que ha pasado. Hispania Nostra la había incluido en la «lista roja», en esa lista no deseada, por riesgo visible de derrumbe completo y desaparición. Tarde o temprano esto iba a suceder. Desde hace años, pescadores de costa, paseantes y vecinos lo habían denunciado en repetidas ocasiones (El Diario Montañés del 23 de abril de 2006 y El Diario Montañés del 12 de septiembre de 2007).
No es la primera vez que ocurre algo así y desgraciadamente se repetirá en otros lugares si no se ponen los medios. Los temporales derribaron los restos de la histórica torre de Piedrahita en Linares en 1999, y por el mismo motivo cayó en 2007 el ultimo lienzo del torreón medieval de Villapresente. Con la pérdida de estas ruinas desaparecen páginas de la Historia de la que nos deberíamos sentir orgullosos, y Santillana vive de esta historia. Si no se ponen los medios, volverá a suceder en la torre de Cadalso de Valderredible, en la de los Alvarado de Secadura, en la de Vispieres, en la de Cobejo de Bárcena de Pie de Concha o en la de Calderón de la Barca en Viveda, y perderemos algunos de los mayores atractivos por los que la región es visitada.
Y no es romanticismo, conservar el Patrimonio Histórico es obligación legal: lo legisla el artículo 46 de la Constitución española y lo refrendan las Leyes de Patrimonio Histórico Español y de Patrimonio Cultural de Cantabria.
Las ruinas son elementos del patrimonio que por su antigüedad o devenir histórico han llegado al presente solo parcialmente, pero son indispensables para comprender nuestro pasado. Son piezas que no necesitan ser reconstruidas a su estado original, basta con consolidarlas y garantizar su seguridad.
No parece una inversión exagerada limpiar los muros de vegetación, consolidarlos, mantenerlos y explicarlos a los ciudadanos. Sólo se protege y ama lo que se conoce. Así se está haciendo en Tagle, que actualmente recupera la ruina de su torre medieval en el centro del pueblo y se hará en San Telmo, estamos seguros.
Aún se está a tiempo de evitar su desaparición. Las piedras caídas podrían volver a remontarse y consolidar los muros con rigor arqueológico, para impedir que el siguiente temporal continúe derribándolos. Cuando un Bien Cultural se pierde, todos somos más pobres.
Grupo Alceda: Aurelio G-Riancho, Miguel de la Fuente, Esperanza Botella, Domingo Lastra, Luis Villegas, Maricel Losada, Manuel G Alonso, Manuel Zúñiga, Ramon Maruri, Claudio Planás, Fernando Mantilla, Lino Mantecón, Javier Marcos, José María Cubría, María José G-Acebo, Esther Sainz-Pardo, Rosa Coterillo, Daniel M Revuelta, María García-Guinea, Mercedes Fernández, Ana Martínez, Juantxu Bazan, Ana Lastra, M José Trimallez, Montse Martin-Sáez, Mina Moro, Luisa Ruiz, Ana Trimallez, Manuel L-Calderón
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