Crónica de un nacimiento anunciado

La información de «La Atalaya», dirigida a sus lectores, advierte que el 31 de julio concluye el contrato de arrendamiento suscrito con la propietaria de los talleres donde se imprime y que la imposibilidad de renovarlo le obliga a irse con la música a otra parte y dejar el campo libre a EL DIARIO MONTAÑÉS. Que, a primeros de agosto, se imprimirá en lo talleres que deja La Atalaya; en la misma dirección y con buena parte de su redacción (reforzada y mejorada). Por tanto, quien futuramente intente escribir la verdadera historia de «El Diario Montañés» obligado queda a recoger, in extenso, el programa de intenciones así expuesto para general conocimiento.

Noble colega, «El Correo de Cantabria» lo sintetiza razonadamente así: «Desde el día 1º del próximo mes de agosto, por terminación del contrato, vuelve nuevamente el periódico La Atalaya a posesión de su propietaria doña Manuela G. Calderón, fundadora del mismo. || Con este motivo, según dice hoy dicho periódico, desde el mismo día citado aparecerá otro periódico de las mismas condiciones que tiene hoy La Atalaya, que se titulará El Diario Montañés y sustentará las mismas doctrinas que hasta ahora ha sustentado La Atalaya».

Tan tempranos y esclarecedores avisos, con otros que pudieran aparecer en las hemerotecas, prenuncian a todo efecto el nacimiento del medio de comunicación cuyo centésimo vigésimo centenario se celebra en los presentes días.